lunes, 13 de mayo de 2013

Sebastián Chilano




1. ¿Cómo o por quién fue tu primer acercamiento con la literatura? ¿Quiénes fueron los primeros autores que leíste? ¿Tus influencias?
 
Mi vieja me leía cuentos. Y no tuvo mejor idea que leerme “El corsario negro” y las novelas de “Sandokán” el tigre de la Malasia, a todo eso hay que agregar que en algún momento me dio plata para que me fuera por primera vez solo al cine Normandie, una enorme sala en el puerto de la ciudad sobre la calle 12 de octubre, y vi en una reposición “La guerra de las galaxias IV. Una nueva esperanza” en algún momento entre estas influencias dispares entendí que el nexo, contar historias, era algo único y que tenía que hacer. No aprendí nunca a contar historias por imágenes ni en canciones, me quedó la escritura.    
 
2. ¿Cómo surge la necesidad de escribir? ¿Cuándo comenzás a compartirlo con el lector desconocido?
 
De la necesidad de contar una historia. De sentir lo que sienten aquellos que logran atraparme en un relato. De atrapar a alguien, de no defraudarlo como tantas veces me defraudan historias ajenas. O de defraudarlo, y justificarme diciendo que lo que importa no es el final de la historia, sino el camino.
Compartir la historia, es tan necesario como escribirla, incluso a veces hago que mi pequeño círculo íntimo lean las novelas antes de las correcciones, y no sólo para saber qué hay que modificar, también es para ver cómo reaccionan, si el mecanismo de enajenación que me produce la escritura se los puedo trasmitir a su rol de lectores. 
 
3. ¿Cómo es el proceso de tu escritura? Desde que aparece y se atrapa la idea o la imagen inicial 
 
El proceso de escritura es caótico. Y diferente para cada novela. Lo que se manifiesta en común es la necesidad de escribirlo. Cuando viene la idea, dejo que se asiente. No la anoto, no la comento. Da vueltas en el pensamiento y los días (o semanas, o meses) determinan si vale la pena. Cuando persiste el tiempo suficiente empiezo a escribir. En “Riña de gallos” la escritura fue una ruptura con la realidad, escribí sin método, sin reglas hasta la mitad de la novela que tuve que frenar y hacer todo de vuelta, pero para adelante, lo escrito se modificó y alteró de tal modo la línea de tiempo que no tuve más remedio que sentarme y hacer cuadros y seguir a cada personaje a ver dónde estaban parados en ese momento. Con “Las reglas de Burroughs” el método fue otro, hice un resumen de cada capítulo y establecí el carácter de los personajes antes de escribir. El resultado del experimento fue más controlado, si se quiere.
En las novelas que escribí a cuatro manos con Fernando Del río, “Furca. La cola del lagarto” y “El geriátrico” usamos un método distinto. Demarcamos los personajes y cada uno escribió un capítulo, se lo entregó al otro y el otro lo corrigió y avanzó con el capítulo siguiente. Por supuesto que esta fue la premisa general, no siempre se cumplió. Pero puedo decir que no hay relación entre la escritura a cuatro manos a la que uno hace en soledad, el proceso de corrección es más rápido (uno enseguida detecta los errores o vicios que el otro no ve) y tediosa (es muy difícil reconocer que uno se equivoca, o que un punto de vista no es el adecuado)
 
4. ¿Algún momento en particular del día, estado de ánimo? ¿Música o silencio? ¿Qué sensaciones, qué temas te impulsan a escribir?
 
Escribo cuando puedo. Mi primer y más extensa novela, “Fúrica” aún inédita, arruinada de tantas correcciones, mi única incursión a la novela fantástica, la escribí a lo largo de dos años en locutorios. Parece que hablara de una época lejana, más lejana que la de las guerras de las galaxias y el cine Normandie, pero hace poco, a la vuelta de la esquina, no era tan sencillo tener una computadora en la casa, y la máquina de escribir era una máquina de tortura de la Inquisición que había que dejar de lado, entonces escribía en locutorios, con ruido, sin ruido, con pendejos que jugaban al “counter strike” y a cada rato escuchaba “fire in the hole”. Por ellos me acostumbré a escribir con música, música a la que casi no le presto atención, pero que tiene que estar de fondo, para disfrutarla cada vez que no tengo nada que escribir.
 
5. ¿Y el proceso de corrección?
 
Sin corrección no hay escritura. Sin corrección hay errores, lugares comunes, repeticiones, diálogos inverosímiles, escenas soporíferas. Pero también, la corrección puede arruinar una buena historia. La historia le puede sacar la espontaneidad, y una historia necesita sí o sí de ella. Tanto o más que la incertidumbre.  
 
6. ¿De qué manera construís tus personajes, tus historias?
 
Los personajes son mis hijos. Soy su Dios. Ellos no pueden renegar de mí. Si me hacen enojar, salen de escena. Si se portan bien, los mantengo. Pero que no se vuelvan aburridos porque sufrirán más que los que se descarrían. Como Dios, no creo ser bueno. Soy caprichoso y de un humor cambiante.
 
7. ¿Qué autores estás leyendo en este momento? ¿Qué autor u obra que se suponía debía gustarte, no lo hizo? ¿Cuál te sorprendió?
 
Ahora leo a Murakami. Releo, con mucho miedo, a Cortázar. Estoy conociendo a Ospina. El último libro que me partió la cabeza fue de Juan Gabriel Vásquez, “El ruido de las cosas al caer” ya con el título tiene ganada la mitad de la pelea.
Me cuesta cada vez más leer a los clásicos. Me cuesta cada vez más adaptarme a un lenguaje que no pertenece más que a las hojas de los libros. Hay muchos autores con los cuales me cuesta amigarme. Pero cuando uno insiste, siempre hay una oportunidad. Me ha pasado de no soportar a Tabucchi hasta leer “Sostiene Pereyra”. Y me ha pasado a la inversa, leer a tipos increíbles que no pueden mantener el nivel. Mark Haddon tiene esa joya que es “El curioso caso del perro a medianoche” y después nada más. O el propio Celine, que tiene ese imprescindible “Viaje al fin de la noche” y después todo me resulta regular. Claro que Haddon sigue escribiendo y de Celine me faltan leer varias cosas. 
 
8. La literatura, como toda manifestación artística, es un reflejo de su época y la realidad en la que vivimos interfiere en la creación. ¿De qué manera influye en tu escritura? Si no es así ¿Con qué espacio y tiempo se identifica?
 
No puedo escapar al tiempo que vivimos, pero lo intento. O al menos intento no sentirme tan incómodo. Incorporar tecnología me resulta aterrador. Todo es tan fugaz en este tiempo. La novela puede quedar obsoleta con una sola palabra. Por ejemplo, si leo un policial y aparece la palabra “fax” me deprimo. Mi mente retrocede a un tiempo negro y sombrío, como si hubiese caído en un pozo ciego del que no puedo escapar, lo mismo que si leo “teléfono inalámbrico”. 
 
9. En nuestra ciudad, el mar, la costa, el borde  ¿Crees que hay una identidad entre autores que comparten un espacio en común? ¿Cómo es tu historia y relación con Mar del Plata?
 
No lo sé. No sé si se puede medir a los contemporáneos. Ni siquiera sabemos quiénes son todos. Quizás no lo sabemos y hay un marplatense escribiendo en Nueva York una historia de la ciudad que nunca conocernos. No sé si podemos juzgarlo ahora. Lo que veo es gente con muchas ganas. Gente que demuestra su necesidad de escribir a quién quiera leerlo. Los festivales de poesía, las fiestas psicofango, el festival azabache, las cenas de palabras y juegos, las editoriales nuevas como Letra Sudaca y otros grupos, juntan mucha gente que no se conocen entre sí. 
 
10. ¿Cómo ves la literatura actual, a nivel local y nacional? ¿Algún autor para recomendar?
 
Hoy por hoy creo que lo que más leo es literatura argentina. Antes mencioné extranjeros porque ya había husmeado que venía esta pregunta. ¿A quiénes mencionar? A todos, todos y cada uno tienen una historia para leer. Las enumeraciones siempre serán injustas. Por eso recomiendo a cualquier autor argentino, cualquiera de acá nos puede sorprender, y lo descubrimos nosotros, nadie nos contó como es. Para los buenos de afuera se nos viene el mercado encima, te tiran con Murakami, con Updike, con Lispector, a todos ellos tarde, o más tarde (nunca más temprano) se llega. En cambio a los nuestros es mucho más difícil llegar y eso lo hace más interesante: la sensación de leer algo bueno y el miedo de entender todo lo que nos estamos perdiendo.
 
11. Hay acontecimientos que incentivan, otros que bloquean y hacen que luego notemos una evolución o un click en nuestra escritura ¿Cuáles fueron esos sucesos históricos personales o externos que intervinieron en su obra hasta ahora? 
 
Supongo que la lectura de otros. Te incentivan las historias ajenas, te motivan, te fuerzan a querer superarlas, a querer ser mejor. Y a la vez te bloquean: algunas cosas que leo me hacen pensar que no tengo derecho a escribir, que debo dejar eso para los que saben, algunas cosas que escribo encuentro parecidas a ideas de otros y eso me asusta, me hace pensar que un dios caprichoso tira por año 5 o 6 ideas al mundo y todos escribimos sobre lo mismo, el que publica primero es el que gana, sólo por eso: por publicar.
 
12. Olga Orozco decía que el tono particular de su poesía se debía a su propia medida de respiración. El autor le imprime una musicalidad propia. Siempre al escribir está presente la cadencia de nuestra voz y cuando alguien oye leer al escritor, esa voz puede acompañarlo por el resto de las lecturas en el papel.  La respiración del texto puede llevar al lector a respirar con él. Hay personas que no pueden seguir el ritmo a una lectura, se quedan sin aire, a otros les queda resto, ¿Cómo quiere dejar al lector si sigue su respiración, con aire de sobra relajado mirando el mar, haciendo algún arte marcial ancestral, filtrándolo de a poco para degustar mejor, sin aire por haber corrido un colectivo?
 
¿Se pueden elegir las dos cosas? Primero que sienta que no tiene aire, que no puede pensar ni vivir, como si hubiese subido corriendo hasta el último piso del edificio Havanna, porque la novela lo puso en esa obligación, y después, cuando empieza a recobrar el aire, cuando empieza a entender dónde está y qué pasó, que sienta que lo mejor que pudo hacer fue subir esos diez pisos para descansar con la ciudad bajo sus pies, como si fuera su dueño.
 
13. Si bien todos podemos hablar de los mismos temas, cada autor crea una galaxia en la que florece una simbología personal, que aparece y se acentúa y se repite para generar un propio lenguaje y lugar común donde sentarse a observar y sentir con él. Si tuviera que visualizar su obra en un collage, ¿Qué elementos de su obra no faltarían? Puede nombrar paisajes, objetos, sensaciones, situaciones concretas, texturas, colores…
 
Música, amigos, mujeres fatales, perros, gatos, sombras, pozos, ciudades, capítulos cortos, diálogos hacia adelante, idas y venidas en el tiempo, lluvia, el mar, la medicina, los sueños, el silencio, la soledad.
 
14. Alrededor de la poesía y del escritor se construye cierta atmosfera mística, hay quienes se salvan, quienes se alimentan, quienes mueren, quienes hacen de ello algo cotidiano o algo extraordinario. Étiemble sostenía que el placer poético podía tener un origen fisiológico, de índole muscular y respiratorio (volviendo a la respiración) siendo una manera de unirnos al mundo, participando del ritmo universal. ¿Qué lugar tiene la escritura en tu vida? ¿Qué es lo que buscás/encontrás en ella? ¿Qué es para vos, desde tu cuerpo en relación al mundo?
Un todo y  la nada. Un lugar vacío que se llena de cosas etéreas. Una página en blanco que aunque se llene de letras sigue estando en blanco si nadie te lee.
Leer es mirar en la computadora de la matrix. Ver letras cayendo a toda velocidad y en vez de caracteres ver una pelirroja.   

15. ¿Madera, fuego, tierra, metal o agua?
 
Agua, con toda la furia.
 
16. Te pido un tema, disco, banda o lo que gustes para dejarnos con algo de tu obra al pie de la entrevista…
 
Héroes del silencio: Avalancha, Deshacer el mundo o La chispa adecuada








Confusión:

Me aseguraron que la libertad era descargar de Internet. Series. Películas. Música. Libros. Después lo prohibieron. Le pegaron un logo con un águila y unas palabras que no las puedo leer. Hoy no consigo subtítulos ni el último CD de nadie. 


Crecí leyendo tipos que hoy no se deben leer. Que todo lo que escribían (dicen hoy) lo hacían impregnados por su odio político. Hoy destrozan sus cuentos, sus novelas, los hunden o reafirman y nos sugieren si leerlos o no según su postura política, o la carencia de ella.


Mi viejo ponía tangos todo el día. Y folclore día por medio. Las letras hablaban de mujeres de mala vida, de mujeres en prostíbulos que arrastraban el amor y el honor de los hombres. 


Todavía puedo escuchar a Julio Sosa "Es mentira no fue un guapo haragán y prepotente, ni un cafishio veterano el que al vicio te largó, vos rodaste por tu culpa y no fue inocentemente, berretines de bacana que tenías en la mente, desde el día que un magnate cajetilla te afiló". Hoy, consecuente con los tiempos que vivimos, habrá que votar a favor cuando alguien proponga prohibir esta letra.


Hoy hay gente que cree que cuando me pregunta de historia o deportes corro a google para saber qué contestar; hoy hay gente que cree que aprendo a opinar cuando un periodista me dice qué opina.


Hoy hay gente que todavía cree que el hombre llegó a la luna en  1969 y lo pasaron en vivo y en directo por la televisión.


Hoy, todavía hay gente que cree. Y que subestima a los que no.


En definitiva, estoy un poco confundido. Como un viejo, que lucha todos los días por recordar lo que aprendió ayer: cómo dominar el control remoto de la televisión que lo adormece y apacigua.









XXY:

Cuando se malhumora reza pidiendo vacaciones en hoteles con jacuzzi y termina insultando a los croupiers porque no puede ganarse en la ruleta esas merecidas vacaciones. Pero todo dura poco (como la plata que pierde) y cuando se le pasa el malhumor invita a sus amigos y amigas a cenar soñando que va a poder bailar con antiguos amores despreciados. Antes de la fiesta se afeita sin usar crema y se vuelve a enojar, entonces sale a manejar porque es la única cosa que puede darle calma. Eso sí, si estaciona el auto no le deja propina a los trapitos que la insultan, y si agarra un bache se queja a los gritos de los impuestos municipales. Entonces maneja por la costa sólo para darse el placer de denigrar a los turistas que cruzan sus sombrillas en los semáforos. Si alguno le hace frente, se asusta y se apura en regresar a su casa. Entra el coche y esquiva a su madre que lo espera a la salida del garage porque “las tías que vienen a visitarla”, entonces se esconde y recién sale de su pieza cuando sabe que se fueron y puede buscar las masas que las tías olvidan en la mesa ratona y entonces le vuelve la alegría y programa cosas disparatadas: ir a un geriátrico, recortar medias de lana, armar títeres, salvar lobos marinos y ballenas, y así, feliz, llama por teléfono al diario para conseguir trabajo en un kiosco y armar los suplementos de los diarios a las seis de la mañana, pero siempre le dicen que no, que no el trabajo no está vacante y entonces se debe contentar con cruzar ciegos en las bocacalles, juntar los restos de los perros, y esperar que lleguen los amigos que uno a uno y una a una se irán emborrachando, hasta, que, arruinados, los tenga que llevar a sus casas y dejar uno a uno para volver cuando amanece con una resaca que le da dolor de cabeza y ganas de vomitar, y entonces, tras un largo día, ella se duerme en el sillón mientras el otro ocupa la cama.




Secta: Dios fundó la secta de todos los tiempos. A los pocos años sus seguidores lo asesinaron. Los conspiradores tenían un buen motivo. Matar a Dios lo haría eterno. Hasta el día de hoy les asiste la razón.








Sebastián Chilano 


Nacido en 1976. Novelas publicadas a la fecha: “Riña de gallos” (2010) y “Las reglas de Burroughs” (2012) que fue primer premio del concurso “Laura Palmer no ha muerto” de Gárgola Ediciones. Junto a Fernando Del río “Furca. La cola del lagarto” (2009) y “El geriátrico” (2011). Cuentos publicados: “Historia cierta de un soldado” para la antología “Los personajes de Mujica Laínez buscan nuevo autor” (2010); “Los vendedores” para la I Antología del festival Azabache (2012) y “Lagartijas”, entre otros, para la antología “Poca cosa” de Letra Sudaca (2012).



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