domingo, 19 de mayo de 2013

Carolina Bugnone




1. ¿Cómo o por quién fue tu primer acercamiento con la lectura y con la poesía? ¿Quiénes fueron los primeros autores que leíste? ¿Tus influencias?


Tengo guardado un cuentito que escribí a los once años, en la hoja de carpeta original de la escuela. De chica me encantaba todo lo que tuviera que ver con el lenguaje y la escritura. Pero fue un antes y un  después de “El hombre ilustrado” de Bradbury, a esa edad, cuando mi papá me dijo “leé esto, te va a encantar”. De ahí seguí con “El país de octubre”, también de Bradbury, fueron libros que leí y releí durante años, hoy me parece una narrativa muy poética.

A través del colegio llegó Cortázar, García Márquez, leía todo lo que podía.

De poesía, mi papá recitaba Neruda y también me hizo leer a Becquer, su poesía y sus cuentos.

En la adolescencia mis amigos de la escuela de música me hicieron leer a Benedetti, a Sturgeon, a Kafka, y a partir de ahí entré a zambullirme en la biblioteca de mis viejos y leí, por ejemplo, hasta una antología de poesía surrealista.

Me acuerdo de toda esa época de infancia y adolescencia, estaba enamorada de los libros y además me la pasaba escribiendo. Fue muy hermoso.

2. ¿Cómo surge la necesidad de escribir? ¿Cuándo comenzás a compartirlo con el lector desconocido?

La necesidad de escribir me acompañó siempre, más o menos desde los once años como decía.

Tuve períodos de muy poca escritura y lectura literaria, sobre todo durante el tiempo en que estudiaba mi carrera universitaria y un poco después también, más que nada escribía trabajos para la facultad y luego para presentar en congresos. De todos modos tengo que decir que me parece muy literaria la escritura del psicoanálisis, al menos algunos autores. De hecho hay trabajos escritos (uno de ellos por Luis Gusmán) acerca de la forma narrativa de Freud de relatar los casos clínicos, todo un estilo literario. Creo que cuando uno tiene el gusto por la escritura y la lectura, hasta encuentra algo poético en textos no literarios

Empecé a compartirlo con el lector desconocido recién en 2010, a partir de mi acercamiento al taller literario de Gonzalo Viñao, antes no me animé.

3. ¿Cómo es el proceso de tu escritura? Desde que aparece y se atrapa la idea o la imagen inicial ¿Algún momento en particular del día, estado de ánimo? ¿Música o silencio? ¿Qué sensaciones, qué temas te impulsan a escribir?

No sólo poemas, últimamente escribo más narrativa.

El proceso no es siempre el  mismo, aunque es habitual que en cualquier momento del día se me venga una idea, una sensación, en situaciones poco apropiados como haciendo la compra del supermercado, yendo a pagar una factura, viendo una propaganda en la televisión. Realmente no hay nada parecido a sentarme a escribir y esperar que aparezcan las palabras, salvo alguna que otra vez.

Más bien sobreviene como necesidad, casi te diría que se me impone. El poema o el cuento se me imponen y tengo que escribirlos. La mayoría de las veces me doy cuenta de lo que escribí después de hecho, cuando lo leo, y le encuentro sentido (o no). Es poco o nada premeditado, no hago bocetos ni me propongo ideas. Sale, se me sale. 

5. ¿Y el proceso de corrección?

Bueno, hace poco tiempo que corrijo como se debe. Dejar pasar un par de días, leer en voz alta varias veces, buscar la musicalidad del texto, la vía más ágil.

Me doy cuenta de que en la narrativa me interesa especialmente no aburrir, que la lectura sea fácil de llevar, mi ideal es transmitir mucho con poco, con pequeños recursos.

6. La voz del poeta. Leí a un poeta comentar “cuando siento que es mi voz la que sale, prefiero borrarla. Busco una voz extraña, que no sea la mía” ¿Cómo se comporta tu voz, sube a la superficie, se sumerge?


En la cabeza nunca está la voz de uno, pero como leerse en voz alta ayuda mucho a escribir mejor lo hago; me estoy amigando con mi voz.

Al principio, hace años, tenía en la cabeza una voz en off impersonal y ajena, como decías que te pasaba a vos. Hace un tiempo que la estoy reemplazando por mi propia voz.

De todos modos, es una sorpresa muy linda cuando alguien te lee en voz alta, con su voz imprime otras entonaciones y destaca otras palabras. Me sorprende y me gusta, te hace patente que cada lector recrea lo escrito, que el texto sólo se completa con el otro.

7. ¿Qué autores estás leyendo en este momento? ¿Qué autor u obra que se suponía debía gustarte, no lo hizo? ¿Cuál te sorprendió?

A decir verdad, leo bastante poco últimamente, ahora estoy con “Los Pichiciegos” de Fogwill y me encanta. Leo más blogs y publicaciones digitales.

De Borges, que se suponía que era imposible que no me gustara, nunca me encantó su poesía (me refiero a que no me conmovió), sus cuentos sí me engancharon mucho.

Qué me sorprendió? Me ha sorprendido gente que he leído en publicaciones digitales, escritores contemporáneos como Jimena Arnolfi, nuestro marplatense Zariello, personas de circulación no masiva que escriben maravillosamente.


 8. La literatura, como toda manifestación artística, es un reflejo de su época y la realidad en la que vivimos interfiere en la creación. ¿De qué manera influye en tu escritura? Si no es así ¿Con qué espacio y tiempo se identifica?

Creo que es imposible que la época no influya en la escritura. No he escrito especialmente sobre acontecimientos actuales, pero sí un poco sobre la dictadura en algunos cuentos y poemas. Esto tiene una relación directa con el hecho de tener familiares desaparecidos, con los miedos vividos por mis padres cuando era chica y con los que me crié, con el dolor por el secuestro de mis tías, con la búsqueda actual de un supuesto primo o prima que nació en cautiverio en 1978.

De algún modo el tema de la pérdida y el dolor atraviesa casi todo lo que he escrito, pero eso no es algo que se deba especialmente a mi situación familiar, todos o casi todos los que escribimos, escribimos del y desde dolor en algún momento.

En casi todos mis cuentos se reconocen personajes atravesados por lo actual, las redes sociales, las situaciones cotidianas, y eso es inextricable de la época en que uno vive.

9. En nuestra ciudad, el mar, la costa, el borde  ¿Creés que hay una identidad entre autores que comparten un espacio en común? ¿Cómo es tu historia y relación con Mar del Plata? ¿Cuál es tu lugar o punto preferido de la ciudad?

Sí, creo que algo hay en el paisaje que nos rodea que se puede leer como un tópico en común entre autores del mismo lugar. No sé si hacer una afirmación universal al respecto, pero sí creo que la naturaleza típica de cada lugar  imprime algo en los textos.

En mi caso vengo del río, no del mar, pero ambas aguas se repiten en mis cuentos y poemas.

Vivo en Mar del Plata hace exactamente diez años, es imposible no incluir en algún momento en la escritura al mar, el viento, el frío, los turistas, la playa, los lobos marinos de la rambla, los íconos de un lugar tan particular como éste.

La ciudad me parece hermosa toda. La playa solitaria, por ejemplo alguna playa del sur en otoño, sierra de los padres, las plazas grandes como plaza España,  son algunos de mis favoritos.

Donde haya naturaleza, me gusta seguro.

10. ¿Cómo ves la poesía actual, a nivel local y nacional? ¿Algún autor para recomendar?

A nivel nacional no me animo a opinar, no he sido una gran lectora de poesía. Me gusta Gelman, y disfruto la poesía que hay en letras de canciones como las del rosarino Fandermole en el disco “Navega”, por ejemplo (http://www.musica.com/letras.asp?letra=1332361 )
Leo, como decía antes, algunos poetas contemporáneos a través de blogs y sitios, como Damián Ríos, Jimena Arnolfi, Héctor Cuenya, entre otros. Recomiendo su lectura.

A nivel local veo que hay mucha producción, que hay un movimiento de gente que escribe y que quiere seguir escribiendo, que publica a pulmón, que organiza recitales de poesía, encuentros donde leer y leerse, talleres.

De autores de poesía marplatenses te sigo a vos, a Alejo Salem, a Paula Fernández Vega, he leído a Moscardi, Chiessa, Oteriño, y falta mencionar a muchos otros.

11. Hay acontecimientos que incentivan, otros que bloquean y hacen que luego notemos una evolución o un click en nuestra escritura ¿Cuáles fueron esos sucesos históricos personales o externos que intervinieron en su obra hasta ahora?

No sé si hubo ”clicks” en mi caso, más bien veo procesos, cambios en el tiempo en la forma de escribir.

Si hubo algún click, en todo caso, tuvo que ver con empezar a mostrar e interactuar con otros en lo literario; leer y que te lean y te den sus apreciaciones, es muy rico y muy bueno para cualquier escritor, me parece. En mi caso, agradezco haber dado ese paso.

12. Olga Orozco decía que el tono particular de su poesía se debía a su propia medida de respiración. El autor le imprime una musicalidad propia. Siempre al escribir está presente la cadencia de nuestra voz y cuando alguien oye leer al poeta, esa voz puede acompañarlo por el resto de las lecturas en el papel.  La respiración del texto puede llevar al lector a respirar con él. Hay personas que no pueden seguir el ritmo a una lectura, se quedan sin aire, a otros les queda resto, ¿Cómo quiere dejar al lector si sigue su respiración, con aire de sobra relajado mirando el mar, practicando algún arte marcial ancestral, filtrándolo de a poco para degustar mejor, sin aire por haber corrido un colectivo?

Me gusta que mis textos varíen en cuanto al ritmo de la respiración.

Que algunos te dejen sin aire, que otros te lleven a la paz de la contemplación de la naturaleza, que otros tengan musicalidad y regularidad. Aprecio mucho esa variedad porque se ajusta a lo que cada texto transmite, y los textos no siempre transmiten lo mismo.

13. Si bien todos podemos hablar de los mismos temas, cada autor crea una galaxia en la que florece una simbología personal, que aparece y se acentúa y se repite para generar un propio lenguaje y lugar común donde sentarse a observar y sentir con él. Si tuviera que visualizar su obra en un collage, ¿Qué elementos de su obra no faltarían? Puede nombrar paisajes, objetos, sensaciones, situaciones concretas, texturas, colores…

 El agua está casi siempre presente, la siesta o el sueño también, las situaciones cotidianas (la cocina, el cuarto, los colectivos, las estaciones del año, etc.), la tristeza, la insinuación indirecta del erotismo (la boca, la lengua), el pasto, la música, los olores de las cosas, el amor y el desamor, las esperas.


14. Alrededor de la literatura y del escritor se construye cierta atmosfera mística, hay quienes se salvan, quienes se alimentan, quienes mueren, quienes hacen de ello algo cotidiano o algo extraordinario. Étiemble sostenía que el placer poético podía tener un origen fisiológico, de índole muscular y respiratorio (volviendo a la respiración) siendo una manera de unirnos al mundo, participando del ritmo universal. ¿Qué lugar tiene la escritura en tu vida? ¿Qué es lo que buscás/encontrás en ella? ¿Qué es para vos, desde tu cuerpo en relación al mundo?

La escritura tiene en mi vida un lugar muy lindo, muy vinculado a los momentos de entrar en otro mundo, a desencontrarse con lo real para encontrarse con lo otro real.

Es muy satisfactorio y no deja de sorprenderme cómo se modifica la vivencia del tiempo cuando escribo.

Sobre todo porque muchas veces lo hago en huecos de tiempo, en momentos libres del trabajo, en veinte minutos disponibles antes de ir a buscar a mi hijo al colegio o mientras se hace la comida. Es muy placentero, lo veo como algo ligado al aire (volviendo al tema), a tomarse un respiro.

Me parece que el cuerpo está como borrado cuando escribís, algunas sensaciones como hambre o sueño pueden esperar mientras el curso de la escritura está corriendo, al menos me pasa eso.

Corregir es poner racionalidad a lo hecho y también es parte del acto de crear, si todo es tan visceral pierde precisión, calidad. Creo que escribimos para nosotros y para los otros, queremos que el texto diga algo y que a los otros eso les llegue de la mejor manera posible.

Y si a alguien le gustó o le produjo algo lo que escribiste, es sorprendente y hermoso.

15. ¿Madera, fuego, tierra, metal o agua?


Agua, madera y fuego.

16. Te pido un tema, disco, banda o lo que gustes para dejarnos con tus textos al pie de la entrevista…

Antes, te agradezco por haberme elegido junto con otros para esta entrevista, y por interesarte y alimentar la literatura marplatense.

Amo la música, pondría casi todo. Pero hoy voy a elegir a Marisa Monte. 

 http://www.youtube.com/watch?v=5JQNEy8q8-s






 La última*


Las lombrices se movían todo el tiempo, se enroscaban, buscaban oscuridad. Cuando uno abría el pedazo de tierra y las encontraba, no había forma de que volvieran a sus túneles. Y ahí estaban, enloquecidas, metiendo cabeza y cola entre las cabezas y las colas de sus compañeras, aturdidas por el exceso de luz y de aire.

Nos gustaba observar el proceso, la agitación de los bichos alargados, la humedad cuando las agarrábamos, el enchastre del barro, la revolución de la masa, perdidas las lombrices en el desamparo.

Antes de que nos llamaran a comer, metíamos las manos en la tierra del patio grande, detrás de las plantas del fondo. Los bichos se nos mezclaban entre los dedos, mojados y pegajosos.

El Rulo era un sacado, gritaba cada vez que aparecía una y amagaba con chuparla, se la acercaba a los labios, estiraba la lengua con la boca abierta al tope y la lombriz se retorcía, un asco.

Pasábamos la siesta entre carcajadas hasta ese sábado en que llegó Lucila, la vecina nueva. Era muy flaca, tenía la risa nerviosa y usaba una remera verde agua enorme que le llegaba hasta las rodillas. Los ojos redondos y color miel, el pelo atado y la nariz chiquitita. No le agarrábamos la onda, de pronto se quedaba seria durante un rato y miraba un punto fijo, o peor, nos miraba a nosotros.

Cuando una mujer te mira fijo ya no sabés dónde estás parado. Aunque tengas diez años.

Para disimular la incomodidad, le hacíamos caras graciosas o decíamos pavadas. Martín se burlaba, le decía “palo con pelo” o “ardilla”, por cómo se reía. Un día Lucila  lloró, pero no dejó de ir los sábados a casa, a eso de las dos y media de la tarde, cuando los grandes se iban a dormir.

Un sábado Martín se fue al carajo. Cuando estábamos en el fondo, detrás de las plantas y buscando lombrices, con un palito le levantó la pollera delante nuestro. Le vimos la bombacha blanca con cositos rosados. Se nos congeló la sangre.

Lucila no habló. Lo miró así como miraba ella, empezó a transpirar, se puso toda roja.

El Rulo y yo no dijimos ni hicimos nada, nos quedamos quietos, aguantándonos la risa y los nervios. Solamente se escuchaban las cotorras en el árbol de la casa de al lado. Parecía la escena de una película de suspenso, o de una comedia, no sé.

Lucila se agachó, metió los dedos en la tierra a lo bestia y sacó un puñado de lombrices. Los bichos le latían en la palma de la mano, se movían rapidísimo, enredados, eran como veinte.

Así, colorada y transpirada, abrió la mandíbula en un agujero de odio y se metió el bollo completo de lombrices. Empezó a masticar y vimos, con los ojos muy abiertos y en silencio, cómo cortaba los bichos con los dientes.

Se  tragó todo. Le quedó un poco de tierra en la cara, a los costados de la boca.

Después, muda, lo miró a Martín. Sus ojos apuntaron hacia él pero no lo veía. Martín se asustó y se puso a llorar. El Rulo hizo una arcada. Yo salí corriendo con una explosión en el pecho y la sensación de los bichos en la lengua y la garganta.

Parado detrás de la puerta de la cocina, la espié por última vez.



*Leído en la fiesta literaria PsicofangoBA 1era edición (abril de 2012), en Multiespacio Pasco, ciudad de Buenos Aires.

Obtuvo una mención en el concurso de Cuento y Poesia 2012 de “Ediciones Ruinas Circulares”, de Patricia Bence Castilla, Buenos Aires.






La siesta, sobre todo

entrar y salir de la muerte
con el vaivén en los zapatos,
el viento que se forma
en el zig zag y la luz prendida
al fondo de un pasillo
por el que pasáramos mil veces,
las orejas, las mejillas
caminar rápido de un lado al otro
golpeteos en el pecho como piedras minúsculas
que insisten sobre la piel

el fin de las cosas es una trompada
el comienzo de las cosas es una trompada,
moverse con las manos abiertas
al toque no calculado,
al borde de los agujeros por los que todo
se desliza:
el colchón, la ventana, el calor, el colectivo,
el trabajo, las cuentas, el infierno del tránsito,
el paraíso de la siesta,
la siesta
sobre todo


lugar si los hay para entrar y salir de la muerte
a las dos de la tarde
con el ventilador sobre la cara,
afuera el grito del heladero,
los ruidos sofocados por el calor y el sueño
tapándonos los oídos
así, sordos,
en la cabeza las marionetas indescifrables del pensamiento
representan las obras a las que no queremos asistir,
respirar profundo,
los brazos colgando,
la boca abierta,
soñar con cosas,
retenerlas,
olvidarlas


un déja vu,
el miedo al déja vu,
los latidos adormecidos por la humedad
inyectada en el interior de las uñas
en la parte que se adhiere a la carne,
justo
donde se cruzan
la entrada y la salida
y uno, mirando
parado en el pasillo con la luz al fondo
el último instante
antes de dar el paso



Bordes


desbordo de bordes
a ser tocados
con la yema de los dedos
hacia abajo,
humedeciéndolos primero
con la saliva recóndita
que gotea
como penosas canciones
de amor
de los años cincuenta

cornisas
o precipicios hacia algún
abismo
me miran,
trepando sus ojos negros
por las piedras heladas
del viento gris muerte
del mar,
entre ahogadas por falta o por exceso
gimen alguna cosa
que no logro entender


puentes destrozados
entre el mundo
que me habita y me abandona
en un solo paso de baile,
ridículo y torpe
como este poema.










Carolina Bugnone


Nació y se crió en Concepción del Uruguay, Entre Ríos, en 1974. Estudió y se recibió de Lic. en Psicología en la Universidad Nacional de La Plata, música en la Escuela de Música Celia Torrá de Concepción del Uruguay durante la infancia y adolescencia, e hizo un taller de Teatro durante seis años a través de la Municipalidad de C. del U, en los mismos años.

Publicó cuentos en algunas revistas digitales, blogs, en las revistas Psicofango, grupo del que participa como organizadora de las fiestas literarias y creación de textos que muestran en esas revistas, expuso en “De fotos y palabras“ junto con Marta Pardo (artista plástica) una muestra conjunta de fotos intervenidas plásticamente a partir de textos suyos en Gualeguaychú, Concepción del Uruguay y La Plata. En 2012 ganó el Primer premio en Cuento del Certamen Literario Osvaldo Soriano 2011 (Mar del Plata), próximamente se editará un libro de cuentos de su autoría dentro del lanzamiento de la Exposición de la Actual Narrativa Rioplatense (editoriales Milena Caserola y el 8vo loco).

Hace música (flauta traversa) y trabaja como psicóloga.




http://lasletrasoque.wordpress.com


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