miércoles, 10 de julio de 2013

Martín Oremor








1. ¿Cómo o por quién fue tu primer acercamiento con la literatura? ¿Quiénes fueron los primeros autores que leíste? ¿Tus influencias?

Una maestra de quinto grado, Edith, llevó una vez al aula una gran cantidad de libros. Pertenecían todos a una colección llamada “Robin Hood”. Todos los libros eran amarillos. Publicaban los grandes clásicos. Los puso sobre una mesa y nos hizo pasar a tomar uno. Había que leerlo en vacaciones de invierno y escribir lo que nos había parecido. Elegí “20.000 leguas de viaje submarino” de Verne, porque me gustó la tapa. Fue la primera vez que leí un libro. Que supe lo que era meterse en una historia escrita. Ver las imágenes. Salirme del ahora. En esas dos semanas casi no hablé con mis padres.

Ya en la adolescencia, leí a muchos escritores nacionales. Cortázar y Arlt fueron mis primeras influencias. Más tarde, autores como Di Benedetto o Saer. Fogwill. Bolaño. Dos influencias determinantes: Borges y Onetti.

2. ¿Cómo surge la necesidad de escribir? ¿Cuándo comenzás a compartirlo con el lector desconocido?

Nunca supe por qué uno escribe. Cuando era chico dibujaba historietas todo el tiempo. En hojas sueltas, cuadernos. Con lapicera negra. Me entretenía, evidentemente. Había una suerte de placer a solas allí. No sé si hedonismo. Además de pensar la historia, escribía cierto guión y diálogos. Después, en la adolescencia vinieron las primeras formas de cuento y poesía. Desde siempre, le he mostrado casi todo a cualquiera. No es para mí tan importante el recelo sobre un dibujo o un escrito.

3. ¿Cómo es el proceso de tu escritura? Desde que aparece y se atrapa la idea o la imagen inicial ¿Algún momento en particular del día, estado de ánimo? ¿Música o silencio? ¿Qué sensaciones, qué temas te impulsan a escribir?

La tristeza o la ansiedad son dos sentimientos que me impulsan a escribir. Fuera de eso, escribo con cierta regularidad. A veces, si aparece una idea más o menos acabada para un cuento, escribo bastante por días. Lo dejo, después lo retomo. Durante meses. Años. Lo cotidiano y lo simbólico son dos cosas que me hacen escribir. Al menos reflejo eso en lo que escribo. Puedo hacerlo en cualquier momento del día, en varios lugares. Escribo a mano o en la máquina dependiendo de dónde esté. En silencio si es posible. A veces no se puede. Escribo un fragmento, una serie de imágenes y acciones. Un tipo que baja de su departamento, cruza la plaza, compra cigarrillos, camina, fuma de cara al río. No sé si espera a alguien, no importa por ahora. Le hago hacer algo, sobre todo pensar. Observar todo y observarse. Sentirse solo, triste, triunfante. No sé. Y eso tal vez otro día se lo agrego a un fragmento donde una mujer caminaba por un puente. Así se va dando. Tardo mucho.

4. ¿Y el proceso de corrección?

Cada vez que releo algo, lo corrijo. Siempre. Todo. Prosa, verso. Algunos cuentos llevan años de terminados, y lo mismo. Siempre una palabra, algo. Trato de no retocar comas, porque me da la idea de que la respiración del escritor está en los puntos que usa, las pausas y demás. Si toco las comas, perdería la idea de cómo escribía yo hace más de diez años. Pero nunca considero que algo mío esté cerrado del todo. Siempre me doy cuenta de algo, trato de mejorarlo. 

5. ¿De qué manera construís tus personajes, tus historias?

Todos son escapistas o gente de apariencias. Sobre esas dos variantes hago pesar todo. Mis personajes están basados más que nada en la forma de pensar que tienen, en la forma de ver las cosas. Como individuos son un promedio. Son algo generales. Pero si algo los identifica, los agremia, es la incomodidad que sienten por el hecho de haber nacido. Creo que eso es lo que escribo más que una historia en sí. Delineo modos de pensar y de experimentar la realidad que reflejo en los personajes. Mis cuentos, en ese sentido, son como viñetas algo extendidas. La clase media, a la cual pertenezco, es un campo muy fértil para esa construcción.

6. ¿Qué autores estás leyendo en este momento? ¿Qué autor u obra que se suponía debía gustarte, no lo hizo? ¿Cuál te sorprendió?

En este último tiempo he leído mucho a Clarice Lispector. Nunca la había hecho y quedé fascinado. Sus personajes son muy fuertes siempre. La manera en la que reflejan lo social y lo simbólico de la cultura. Y no es para nada artificiosa al escribir.

Se supone que debería gustarme Saramago. Me aburre. Me parece muy “calesitero” en la forma de contar las cosas. Llena hojas con oraciones interminables. Y te mantiene durante todo un libro para llegar a conclusiones como “cuidado, capaz que Dios es malo”.

Sorprenderme me sorprendió en el último año la poesía de un ruso llamado Joseph Brodsky.

7. La literatura, como toda manifestación artística, es un reflejo de su época y la realidad en la que vivimos interfiere en la creación. ¿De qué manera influye en tu escritura? Si no es así ¿Con qué espacio y tiempo se identifica?

La posmodernidad hace que uno presente las cosas de un modo más vertiginoso, por así decirlo. Creo que hoy en día, toda cabeza tiene algo de “imagen suelta sin pensar” como canta Ricardo Mollo. La realidad y lo que hacemos y reproducimos a diario van a influir quieras o no en lo que hacés. La modernidad líquida, lo fugaz. Si escribieras sobre Cristóbal Colón, algo de época, digamos, lo mismo lo estarías haciendo desde tu realidad de hombre esquizofrénico del siglo XXI. El tiempo influye en la forma de escribir, de registrar. De armar las oraciones. No hace falta escribir sobre tipos que toman cocaína en el baño de la oficina para ser posmoderno. Lo sos aunque no quieras. 

8. En nuestra ciudad, el mar, la costa, el borde  ¿Crees que hay una identidad entre autores que comparten un espacio en común? ¿Cómo es tu historia y relación con Mar del Plata?

Tal vez sí, no sé. Conozco a pocos escritores. Tres tal vez, y no hablo con ellos mucho del tema. Más que a Mar del Plata, lo que suelo querer es la idea que de ella tengo. Lo simbólico de esta ciudad. Creo que si no estuviera junto al mar y se llamara distinto,  no me gustaría para nada.

9. ¿Cómo ves la literatura actual, a nivel local y nacional? ¿Algún autor para recomendar?

Tengo la sensación de que ha pasado el tiempo de los escritores que uno podría llamar trascendentes. Los padres de la literatura. Los que hoy son reconocidos como “grandes”. Hoy la literatura busca entretener o dejar alguna anécdota de nuestra historia. Siempre de la mano de ficciones que tienen en su argumento un poquito de todo lo que es necesario para lograr un buen producto. En ese sentido, los mejores son aquellos que escriben sabiendo hacer buen uso de las cenizas de su tradición. Los lectores hoy no son tan masivos como hace ochenta o cincuenta años. Hay otros canales y medios hoy. Creo que los escritores van a la par con eso. Lo que busco como lector, es siempre una buena historia, bien contada. ¿Recomendar? No sé. Puede que alguien encuentre atrayente como yo la poesía de Fabián Casas. Los cuentos de César Aira son muy buenos. Siempre es bueno leer a un maestro como Onetti.

10. Hay acontecimientos que incentivan, otros que bloquean y hacen que luego notemos una evolución o un click en nuestra escritura ¿Cuáles fueron esos sucesos históricos personales o externos que intervinieron en su obra hasta ahora? 

En mi caso particular, no podría definir un hito. No hay un cambio biográfico que me haya llevado a escribir o a cambiar la manera de hacerlo. No al menos que yo pueda identificar. Supongo que toda la experiencia determina lo que uno podría llamar obra.

11. Olga Orozco decía que el tono particular de su poesía se debía a su propia medida de respiración. El autor le imprime una musicalidad propia. Siempre al escribir está presente la cadencia de nuestra voz y cuando alguien oye leer al escritor, esa voz puede acompañarlo por el resto de las lecturas en el papel.  La respiración del texto puede llevar al lector a respirar con él. Hay personas que no pueden seguir el ritmo a una lectura, se quedan sin aire, a otros les queda resto, ¿Cómo quiere dejar al lector si sigue su respiración, con aire de sobra relajado mirando el mar, haciendo algún arte marcial ancestral, filtrándolo de a poco para degustar mejor, sin aire por haber corrido un colectivo?

Jajaja. Sin aire por haber corrido un colectivo. Eso en los cuentos principalmente. Mis poemas en cambio pueden ser de tono más variado. 

12. Si bien todos podemos hablar de los mismos temas, cada autor crea una galaxia en la que florece una simbología personal, que aparece y se acentúa y se repite para generar un propio lenguaje y lugar común donde sentarse a observar y sentir con él. Si tuviera que visualizar su obra en un collage, ¿Qué elementos de su obra no faltarían? Puede nombrar paisajes, objetos, sensaciones, situaciones concretas, texturas, colores…

El frío, el calor agobiante, la lluvia, el cielo, los pájaros, la noche, una estatua, cigarrillos, el río, café, whisky, un bar, amigos, hombres, mujeres, niños, la ciudad, el transporte, la muerte…

13. Alrededor de la poesía y del escritor se construye cierta atmosfera mística, hay quienes se salvan, quienes se alimentan, quienes mueren, quienes hacen de ello algo cotidiano o algo extraordinario. Étiemble sostenía que el placer poético podía tener un origen fisiológico, de índole muscular y respiratorio (volviendo a la respiración) siendo una manera de unirnos al mundo, participando del ritmo universal. ¿Qué lugar tiene la escritura en tu vida? ¿Qué es lo que buscás/encontrás en ella? ¿Qué es para vos, desde tu cuerpo en relación al mundo?

No sé de dónde viene el acto de escribir. No sé si sea una necesidad. Todos nos expresamos, creo. La literatura, como forma, no sé qué pretende más allá de eso. Siempre me digo que es una forma de invención, y que inventar es placentero. Para mí, desde mi cuerpo no es nada hacia el mundo. La literatura está dentro de la cabeza, por así decirlo.  no sé darme cuenta qué me podría generar a nivel físico. No sé si me une al mundo, sino que fragmenta mi experiencia de vida.

14. Te pido un tema, disco, banda o lo que gustes para dejarnos con algo de tu obra al pie de la entrevista…

“The pressman” de Primus.

15. ¿Madera, fuego, tierra, metal o agua?

Tierra.













SE ACEPTAN DEVOLUCIONES









I.





-Vos sola –dijo la madre-  te arruinás la vida.

La hija salió esforzándose por evitar un último intento, acaso no estaba del todo perdida la posibilidad de aceptación que su madre, borracha en el sillón, podía otorgarle.

En la calle subió al auto que la esperaba.

-Arrancá –dijo.  Una marejada de lágrimas le venía por el pecho. Él miró por la ventanilla mientras arrancaba; se llevó, sin saberlo, la idea cuadrada de la casa. Tres cuadras después le dijo que tenía una bolsa sin abrir. Como la otra vez. Le mostró con un dedo la guantera.

-Buscá. Una bolsita celeste. Esta mañana compré dos. Me queda esa.

-No –dijo ella, recogidas las piernas en el abrazo circular que sujetaban las manos –no quiero tomar.

-No seas pelotuda.

-Va a pasar.

-Como quieras. En un rato no está más. Me la tomo toda. Tengo un whisky.

Ella puso la mitad de la cara contra la ventanilla y vio desaparecer de un coletazo el río, cuando entraron a la autopista.





II.





“La madre nunca quiso saber nada, desde que me conoció me le puse entre ceja y ceja, pero bueno, ahí me la traje, ahora duerme en un colchón que le armé, pero ya está, hermano, esa vieja de mierda no jode más, que se muera podrida de una buena vez y listo, yo ya conseguí lo que quería, sacarla a ésta pelotuda de ahí adentro (…) la vieja le trabajaba  la cabeza todo el día en contra mío, que el laburo, que la traza, que esto y lo otro,  y la tarada me lloraba la novelita, que por qué no buscás laburo y por qué no dejás de tomar y por qué no esto y por qué no lo otro, la concha de su madre (...)  me hago cargo del pendejo, que no si es mío encima, y la saqué de esa casa, loco, hay que ver el esfuerzo que estoy haciendo, pero que se ponga a limpiar, ya le dije, y que siempre haya de comer cuando llego. Si se las quiere dar de mujer grande que haga lo suyo, loco, ¿o no?”





III.





Ella: -Estoy esperando un hijo.

Su madre: -Seguro es del negro ese, el de la carpintería. ¿Con ese te empiernaste?

Ella: -Él no tiene nada que ver en esto, soy yo, es un hijo. Él no me importa. El chico va a ser mío.

Su madre: -Nos jodiste la vida, ¿sabés, no? ¡Mierda! ¡Por puta! ¡Puta! ¿Cómo voy a vivir yo ahora? ¡Cómo hago sola! ¡Turra!

Ella (estallando en lágrimas): ¡Nada me va a joder la vida tanto como vos! (sale corriendo y se escucha un portazo).





IV.



La costumbre fue lijando la convivencia, la vida masticada. Los golpes de él cayeron sobre ella como persuasivos de la resignación, noche a noche, sobre ojos o boca, o con cinto o un zapato en las piernas. Casi una ceremonia el altar impermutable entre el inodoro y la pileta del baño; la posible ducha fría. Luego la cama; su diaria muestra de aceptación.

Hasta que una noche, cansada, ella dijo “la extraño”.

El la miró. 

Guardó silencio y no tuvo ganas de hacerle nada. Esa mujer a su lado, ya no valía nada.

Dio la vuelta y se esforzó por dormir.





V.



Un jueves a la tarde, ella volvía.

Él ya estaría borracho en el sillón o con una silla en el patio. No iba a golpearla todavía si quedaba vino o cerveza. Si tenía falopa hasta podrían  encamarse sin potenciales peligros de maltrato.

Entró y sintió el olor, desde antes de la puerta, flotando en la penumbra de las ventanas cerradas. Y la vio, con él, fumando en silencio como si algo estuviese acordado desde antes.

Supo de pronto que extrañarla había sido un error, pero más haberlo dicho, que él lo escuchara.

Parecía que la estaban esperando.

La madre se levantó. Le clavó los ojos y caminó hacia ella. La tomó fuerte del cuello, con un brazo, desde atrás. Sometiéndola, buscó con la otra mano la entrepierna, se abrió camino con fuerza, dominante, por adentro del pantalón, la ropa íntima. Apretaba con violencia. Ya no era su madre. El hocico era el de un perro, o casi un perro. Tirando a monstruo.

-Me contó alguien que me estabas extrañando. ¿Extrañabas esto? Mamá sabía, te juro. No ibas a aguantarte, ¡puta! ¡Desde chiquita, sabés, no podemos vivir separadas!



Y en eso quedaron mientras él salió al patio, a fumar, ignorando la belleza de la tarde que se iba.













***





Hay un lugar donde desemboca la aurora
y la gente tiene ese brillo en los ojos
de los que van a vivir poco,
un secreto anhelo de placeres puros
y la extraña costumbre de herirse
para ver si son capaces de sentir.







***




De aquí,
de este profundo sur,
vino la tristeza con su paraguas roto.
Se sentó en la mesa de los trabajadores,
madrugadora y constante.
Humedeció  bizcochos y enfrió tazas.
Puso una precisa gota de sal en cada ojo,
armó nido en las gargantas.

Nubló el domingo y regaló
cuanto tenía ahorrado, a los ricos.
-La pobreza cuesta cara- dijo
y el paraíso reivindicador
tiene alambres y letreros, custodios
y tiranos y pastillas y horarios.
Tiene amigos
que un día no están.
Tiene el amor de los salvajes
y el sueño eterno.
Tiene, en fin
la tela que labra con paciencia la tristeza,
cuando llueve con su agua profunda
en el patio rojo de los barrios pobres
y sobre la mesa solamente
tenemos un rompecabezas con un paisaje de Italia.






***





Si los animales hubieran anticipado la tormenta
habríamos podido salvar lo puesto
solo por un tiempo, para que la desnudez de pronto
no fuera una cosa tan fría.
Si hubiéramos sembrado en el camino señales
no estaríamos perdidos en una noche
tan larga y oscura, donde no nos reconocemos
si no nos gritamos de cerca.
Tarde o temprano, el último de nosotros
habrá de recordar que estás cosas ocurrieron.


Pensará, “así tenía que ser”,

porque hay un destino o por que las dijo un dios.

Qué importa sufrir ahora, me digo
si será mi cuerpo polvo o un árbol en flor.
Tarde o temprano, el último de nosotros
habrá de recordar que estás cosas ocurrieron.
Pensará, “así tenía que ser”,
porque hay un destino o por que las dijo un dios.
Qué importa sufrir ahora, me digo
si será mi cuerpo polvo o un árbol en flor.












Martín Oremor 


Martín nació en 1978 en Mar del Plata. Es bajista de la banda de rock folk On a Whale y trabaja como profesor de Geografía. Sus trabajos literarios han aparecido en revistas, diarios, antologías y en un volumen recopilatorio titulado “Cuentos”.

2 comentarios:

  1. Excelente nota, que placer me produce leer su forma poetica, experta, e intensa de expresarse.

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  2. Realmente Impresionante. No lo conozco personalmente, pero me llega las cosas que escribe. Para cuando el segundo libro de Cuentos?.-

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