martes, 19 de noviembre de 2013

Osvaldo Picardo




1. ¿Cómo o por quién fue tu primer acercamiento con la lectura y con la poesía? ¿Quiénes fueron los primeros autores que leíste? ¿Tus influencias?

Desde chico. Recuerdo a mi abuelo recitando algunas letras de Betinotti, a quien había conocido personalmente. Lo oigo cantando: "Tu diagnóstico es sencillo,/ sé que no tengo remedio..."  Luego vinieron las lecturas al alcance de la mano en la mínima biblioteca que teníamos en casa donde ocupaban un lugar de privilegio los tomos de la enciclopedia Sopena (aún la conservo). Había un solo libro de poesía. Era de Lope y me gustaba mucho. Había también una conocida antología de Menéndez Pelayo y luego los libros de la colección Robin Hood... 
Luego vino la biblioteca del colegio. No iba nadie. Esa soledad me gustaba. Conocí a los latinoamericanos desde Neruda hasta Cardenal y una antología de poetas ingleses y norteamericanos hecha por Silvina Ocampo, Girri, Borges, etc . Empecé a copiarlos... que es conocerlos.
¿Influencias? Son muchas. Es difícil decir de uno mismo qué ha marcado su escritura. Pero si tuviera que decidirme, hay un nombre: Giannuzzi.  

2. ¿Cómo surge la necesidad de escribir? ¿Cuándo comenzás a compartirlo con el lector desconocido?

La necesidad viene y va. Escuché alguna vez que a diferencia de los narradores que tienen una relación conyugal, los poetas tienen una relación adúltera: visitan a su amante de vez en cuando...
Los borradores están ahí durante mucho tiempo; los reescribo y a veces, los borro totalmente. Pero el origen de un poema es una cosa rara. Un estado de atención que no se repite. Algo que se ilumina de repente y desoculta lo que no existía hasta entonces, cuando logra escribirse. Es una realidad que se agrega a lo demás.
No tengo un lector en mi cabeza sino muchos. Por lo general no escribo en primera persona. Evito esa clase de confesionalismo. Le escribo a un "otro" que va conmigo o no...   

3.¿Cómo es el proceso de tu escritura? Desde que aparece y se atrapa la idea o la imagen inicial del poema ¿Algún momento en particular del día, estado de ánimo? ¿Música o silencio? ¿Qué sensaciones, qué temas te impulsan a escribir?

No. No hay nada de eso. Una lectura, una noticia del diario, una experiencia que vuelve masticada por la memoria... La poesía viene y va, nunca la convoco ni la fuerzo a hacer lo que no le gusta...

4. ¿Y el proceso de corrección?

Es permanente. Hasta después de publicado el libro sigo dándole vueltas a la cosa. Creo que en eso hay una idea de inacabamiento, de vida en movimiento... Algo como eso que nos pasa cuando viajamos. Algo queda detrás nuestro y sabemos que no podemos volver al mismo lugar. Siempre es tarde. Por eso, lo recordamos y cada vez que lo hacemos algo le sacamos o le agregamos...

5. La voz del poeta. Leí a un poeta comentar “cuando siento que es mi voz la que sale, prefiero borrarla. Busco una voz extraña, que no sea la mía” ¿Cómo se comporta tu voz, sube a la superficie, se sumerge?

Está bien eso. Es una buena manera de evitar el confesionalismo fácil. Siempre es mejor la reticencia.

6. ¿Qué autores estás leyendo en este momento? ¿Qué autor u obra que se suponía debía gustarte, no lo hizo? ¿Cuál te sorprendió?

Este verano descubrí "El mar" de Banville. Es una narrativa que me gusta por su lirismo distante.
No me gustó el Pamuk del Museo de la inocencia, ni el último de Chejfec...

7. La poesía, como toda manifestación artística, es un reflejo de su época y la realidad en la que vivimos interfiere en la creación. ¿De qué manera influye en tu escritura? Si no es así ¿Con qué espacio y tiempo se identifica?

Sí, uno vive en su época; le guste o no. La lengua es el reloj y marca sus horas. Pero no creo en la obediencia ciega a una escritura de época. Se nota mucho el esfuerzo que algunos ponen en escribir según la moda, con una poética plebeya y para los oídos amigos, o bien, cediendo a la seducción de un público ilusorio que quiere oir lo que a ellos le sucede, etc. 
La realidad nos asedia de distintas maneras y el mercado interviene en gran escala. Cada cual debe vivir su propia experiencia y tener algo para decir más allá de los mandatos de la época. No es fácil. se hace lo que se puede. 
Pero tampoco es cuestión de sensibilidad social sino de oficio y también de un compromiso ético con uno mismo.

8. En nuestra ciudad, el mar, la costa, el borde  ¿Creés que hay una identidad entre autores que comparten un espacio en común? ¿Cómo es tu historia y relación con Mar del Plata? ¿Cuál es tu lugar preferido de la ciudad?

El mar.... Me gusta también el barrio Pompeya... Tengo que autocitarme, perdón. Mi libro "Mar del Plata" habla de eso. La ciudad no es la geografía ni los edificios ni el paisaje. Son el hombre que camina...

9. ¿Cómo ves la poesía actual, a nivel local y nacional? ¿Algún autor para recomendar?

Me gusta la poesía de Héctor Freire. Su último libro Satori me parece muy bueno. Un poeta de Santa Fe: Francisco Bitar...
Están también entre los mayores Sylvester, Leonardo Martínez, Jorge leónidas Escudero...
En Mar del Plata, he leído lo último de Evangelina Aguilera, a Gastón Franchini... hay muchos que están haciendo obra y son interesantes.

10. Hay acontecimientos que incentivan, otros que bloquean y hacen que luego notemos una evolución o un click en nuestra escritura ¿Cuáles fueron esos sucesos históricos personales o externos que intervinieron en su obra hasta ahora?

La dictadura. Los viajes y los regresos... 

11. Olga Orozco decía que el tono particular de su poesía se debía a su propia medida de respiración. El autor le imprime una musicalidad propia. Siempre al escribir está presente la cadencia de nuestra voz y cuando alguien oye leer al poeta, esa voz puede acompañarlo por el resto de las lecturas en el papel.  La respiración del texto puede llevar al lector a respirar con él. Hay personas que no pueden seguir el ritmo a una lectura, se quedan sin aire, a otros les queda resto, ¿Cómo quiere dejar al lector si sigue su respiración, con aire de sobra relajado mirando el mar, practicando algún arte marcial ancestral, filtrándolo de a poco para degustar mejor, sin aire por haber corrido un colectivo?

No sé. Espero que con aire para seguir leyendo mi otro libro...

12. Si bien todos podemos hablar de los mismos temas, cada autor crea una galaxia en la que florece una simbología personal, que aparece y se acentúa y se repite para generar un propio lenguaje y lugar común donde sentarse a observar y sentir con él. Si tuviera que visualizar su obra en un collage, ¿Qué elementos de su obra no faltarían? Puede nombrar paisajes, objetos, sensaciones, situaciones concretas, texturas, colores…

Los animales, las personas, un jardín abandonado, el mar en todas sus formas, los residuos como testigos de una civilización, etc. No se me ocurren más cosas.
  
13. Alrededor de la poesía y del escritor se construye cierta atmosfera mística, hay quienes se salvan, quienes se alimentan, quienes mueren, quienes hacen de ello algo cotidiano o algo extraordinario. Étiemble sostenía que el placer poético podía tener un origen fisiológico, de índole muscular y respiratorio (volviendo a la respiración) siendo una manera de unirnos al mundo, participando del ritmo universal. ¿Qué lugar tiene la escritura en tu vida? ¿Qué es lo que buscás/encontrás en ella? ¿Qué es para vos, desde tu cuerpo en relación al mundo?

A esta altura no busco en la poesía sino refugio...

14. ¿Madera, fuego, tierra, metal o agua?

Agua, tal vez.

15. Te pido un tema, banda, disco o lo que gustes para dejarnos con tus poemas al pie de la entrevista…


Miles Davis, Amandla






No hay ciudad eterna,
lo sabemos.

Europa tiene plata
para cada piedra de la historia.
Y conserva un simulacro pasajero.

Las barcas amarillas amarradas
en la dársena, apretadas una junto a otra,
sobre todo en la niebla, me hablan
de la inútil tenacidad de las formas.
Nunca se debieron creer
volviendo del mar,
que existirían para siempre.

Por más que intenten sobrevivir
las ciudades mueren
con el que se pierde en sus calles.
No son ellas sino un mapa
de vísceras dadas vueltas.

Debió existir
una ciudad de Fidias y otra
de Rembrandt. Otra imaginada
por Le Corbusier y alguna
por Amancio Williams.

No son una postal
con las ramblas de madera,
las casas bajas de piedra.
Y los espigones que la sudestada
de la noche al día,
desarticula vértebra a vértebra...

Apenas son rastros, casi ruinas,
y no es poco:
antes toda distancia era invisible.




Un galpón frente a un jardín


El moscardón de panza amarilla
hace un firulete sobre una rosa
y se aquieta en un botón abrochando pétalos 
con sus patas.
Aquí está el nudo fuerte, eterno.
Sujeta la densidad 
de la menta.
El viejo sabe por aquel signo promiscuo 
que es época de anchoita y de vientos.
En el jardín flota la página arrugada 
en que a la hora de la siesta escribe
injertos y guías, márgenes del color:
tallo de lentitud.
Me escondo en el galpón entonces
para ver y escuchar.
Láminas de la luz de la mañana caen 
desde los entresijos
de un techo de ruberoide
en el reino mismo de las sombras.

Las cosas estaban ahí
al fondo
frente a un jardín cuidado.
Anidaban oscuramente felices.
De tan viejas, en aspecto y ser,difícilmente
pudieran pertenecernos.
Cacerolas negras, muñecos con un resorte 
flotando; agujas oxidadas en la medusa
calva de geniol; hornallas vesubianas 
de la cocina económica; herramientas 
con usos imposibles; botellas de Mr. Hyde 
a medio llenar;
y la bicicleta

Oigo su voz 
en un orden de macetas 
y paisajes cambiantes:
Se inclina sobre las azucenas,
viene hacia la hoja lustrosa del limonero,
y se detiene junto a la pasionaria.
Con este viento -murmura-, la menta
no se puede dejar sin atar.

El moscardón de panza amarilla despega
de la quietud de la rosa,
planea decididamente mi cabeza de ahora 
y se espanta 
zigzagueando
en la densidad histórica de las cosas.




Territorio animal en el jardín del edificio 


La has visto detrás de los vidrios del hall 
tejiendo sus idas y venidas en el paisaje de las estaciones,
un movimiento 
acompasando el otro,
sutilmente relacionados. 
Poco sabés acerca de esa tarea diaria con que organiza el mundo aquel,
ignorando la propiedad privada del jardín y los oficios temporales del jardinero.
Sabés 
que deja a la vista una red de senderos uniendo puntos distantes 
donde bebe furtiva,se rasca obscena y defeca con prolijidad.
Sabés también 
que oculta su memoria detrás del revés de sí,
anterior al espacio mismo en que la ves moverse.
Contiene -suponés, te lo impone- el secreto del universo, el big bang 
de las estrellas que de noche persigue.

Decidiste un día,para tu perdición, darle de comer y desde entonces,
por razones inciertas te reconoce entre los demás,
 muestra una forma descortés de gratitud 
con la que te culpa de algo,
 maulla detrás del ventanal al verte, como si te esperara desde mucho antes
y escapa de tu mano luego de provocar 
 el tacto desconcertante del deseo.
Otras veces, mientras esperás un taxi,observás su sueño, 
su eternidad indiferente ahuecando la tierra. 
Ese mismo lugar donde regresa desde la noche y desde el celo
con los ojos escapados hacia una contemplación sin límites.
Repite con todo eso  -podrías asegurarlo- 
un destino invisible
que a ella no le interesa anticipar en lo más mínimo.




Una casa

Once it beld laughter
Once ir beld dreams
Did they throw it away
Did they know what it means...

T. Waits

La sala había sido construida 
con las geometrías impalpables
de los cuatro vientos. Con un vestíbulo
chiquito, una escalera
de un par de peldaños y a cada lado
una pieza. 
La casa fue desenterrada en Tell Madhur.
Había restos de madera carbonizada 
una noche de invierno
de hace casi seis mil quinientos años.
Dos ollas pintadas, un mortero tallado,
una cuchara abandonada sobre una mesa,
una azada que hablaba del campo
amarillo de trigo.
Y esa urna debajo de la cama 
con los huesos de un niño.

Habrías visto aquí una razón para vivir,
con una ventana igual a esa 
a través de la cual llega el olor áspero 
del agua salada con su grabado de olas.
Y enterrada como la casa, ella
-como lo sabe hacer- se habría llevado
lo escrito y lo aún sin escritura,
apretando tus piernas con sus piernas.

Hubieran reido juntos y llorado 
alguna vez junto al fuego de la cocina 
o ante la puerta cerrada
y sabrían lo que significa esa urna
debajo de la cama.




Un blues despierta de la siesta


Alguien debe estar lavando todo eso, debe ahora blanquear 
pisos y manteles, quitar manchas que parecían de sangre, 
callar las voces de los borrachos, ordenar cubiertos 
y aceptar las cosas como se presentan hasta que vuelvan 
a presentarse como fueron aceptadas. 
En esa clase de fiestas las huellas deberían delatar a sus invitados, 
como una sombra independiente de su luz, 
deberían volver del vacío de su final, entre sobras de comida, 
botellas vacías y dispepsias del día que aún no amanece. 
Pero en el silencio de la madrugada están apareciendo 
bandadas de teros que cruzan largamente la ciudad 
y también un hombre negro y sin edad 
que saca algo luminoso de su maletín. 
A esas horas todas las ciudades entran en la eternidad 
y en la radio del taxi del que él bajó hace apenas un instante, 
se oye todavía a Parsons en medio de un “time is flowing like a river”. 
Es un momento después de la fiesta, 
cuando todas las fechas de una vida dejan de importar como antes 
y el negro apoya sus codos sobre la baranda, mira el Río de la Plata, 
enciende un cigarrillo y puede ser que diga: 

Siempre he sido uno de los grandes, antes que esos tipos listos que escriben
libros lo supieran y también después de que hayan dejado de decirlo, y si me
muero mañana,  no encontrarás en mis bolsillos dinero suficiente para pagar
mi entierro. Pero soy  Billy Swann, y cuando yo me muera no habrá nadie en
el mundo que haga sonar esa trompeta como lo hago yo 

Podría decirlo pero no lo dice (está escrito en una novela de cierta fama). 
El prefiere desnudar el saxo en la bruma de la costanera 
y tocar como lo haría Parker o Coltrane, esta vez, sólo para sí mismo, 
porque la fiesta terminó y la música sigue, 
surge de una germinación de cadáveres bailando en el río 
mientras los invitados duermen y la ciudad se vuelve 
un cementerio sin flores. 





Las ciudades son absurdas


hasta que alcanzan
la playa del hábito y del amor.
Imponen un tiempo
y una mirada
que no eran tuyas.
He leído que algo parecido
sucede con unos peces
de las profundidades:
Se hunden en la noche del agua
sintiendo la cercanía
de la hembra desconocida.
Y bajo sixtinas de coral
encuentran y descubren
el corazón del instinto.
Basta eso para aplastarse
contra la piel de una vecina
y así, desaparecer día tras día,
hasta que, en la unidad deforme,
pierden los propios ojos
y hasta el primitivo cerebro.
El amor que miente su razón
con tanta entrega, nos abandona
a una práctica insípida:
saludarnos diariamente,
hablar de las mismas cosas
y aplastarnos …




Vida de poesía


No es sino una exageración
por la que mentimos una biografía,
"un terremoto continuo o una fiebre eterna".

¿Quién podría en tal estado, por ejemplo,
atarse los cordones de los zapatos, lavarse
el culo tanto como la cara y
escupir la mala conciencia
con que se escribe de la injusticia?

Los personajes de la poesía
no están en los poemas que hemos hecho.
Son el poeta de sesenta años
que según Giannuzzi
"la época incorporó a su injuria",
pero también, las loquitas angustiadas
que te despiertan a la madrugada;
y el delicado Sufeno al que Catulo
criticaba con una rara compasión.

Ni hablar de los borrachos de Alexander Blok
que "creen que algún dios los trajo acá
para que besaran el viento y la nieve…
"

No basta con abrir el Libro de la Poesía
y leer en público. La luz no es suficiente.
Está en otra parte, y nos abandona
en la mesa, ante una verdad ilegible.






El ignorante


Nunca sabremos realmente por qué
hemos vivido. No alcanzan las palabras.

Sobre el mismo mar se levanta el sol.
Ante el mismo mar
un mediodía, alguien se para en la costa
y mira. Sólo eso y nada dice. ¿Qué espera ver?
Mirar no es ver sólo esto que se muestra,
ni siquiera lo que existe. Las olas hablan
de regresos largamente olvidados,
a veces sin que nadie haya partido.

Una gaviota y un poste de luz parecen
ser el centro del universo. A su alrededor
la circunferencia de tu ignorancia
es como ese pescador y su caña,
una eternidad demasiado larga.

Hubo muchas veces en que creíste
haber nacido para algo. Fue esa fe
la que te empujó a decisiones definitivas.
Pero el resto lo decidió

un puro instinto de felicidad
acontecido para ser superado.







Osvaldo Picardo 

Osvaldo nació en la ciudad de Mar del Plata el 22 de noviembre de 1955. Actualmente reside en la ciudad, donde enseña literatura y dirige la revista y colección La Pecera de Editorial Martin.
Sus libros publicados son Apenas en el mundo (1988) Poemas con tu altura, Letras en una esfera armilar (1991), Dejar sin ventanas la verdad (1993) Quis quid ubi : Poemas de Quintiliano (1997) reeditado en 1998, Una complicidad que sobrevive (2001). Fue becado por el Instituto de Cooperación Iberoamericana de Madrid, para realizar estudios en poesía contemporánea, durante el año 1995. Premio del Fondo Nacional de las Artes del año 2000, por Una complicidad que sobrevive, 2001. Tradujo en col, 2001. Ha escrito artículos y ensayos publicados en revistas culturales y periódicos del interior y de afuera del país. Fue secretario de redacción de la revista "Propuesta", del CM de Mar del Plata, entre los años 1988 y1991. La misma volvió a editarse, bajo su dirección, desde 1997 a 1999, período en el que coordinó las actividades del Foro Cultural del Centro Médico de Mar del Plata. Produjo y dirigió el programa radial "El Otro Lado: diario de poesía", en 1994. Organizó el 1er. Encuentro Nacional de Poetas, Mar del Plata 1998, auspiciado por la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación. De esa experiencia, surgió el proyecto Mapas de Poesía Argentina, del que fue editado con subvención del Fondo Nacional de las Artes, el "Primer Mapa de Poesía Argentina: Solicitudes y urgencias : Carpa y Tarja", con estudio preliminar del autor y antología de dichos movimientos del noroeste argentino en el período comprendido entre 1943 y 1957.


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