1. ¿Cómo o por quién
fue tu primer acercamiento con la lectura y con la poesía? ¿Quiénes fueron los
primeros autores que leíste? ¿Tus influencias?
Tengo vagos recuerdos de los
libros de mi infancia. Sufrí mucho, hasta las lágrimas, porque no podía
aprender a leer. Es decir, mi mamá me enseñó bastantes cosas durante el jardín,
pero una maestra de ahí, idiota, le dijo que no, que ya estaba bien, que no me
enseñara más cosas porque eso me traería dificultades de adaptación, de
personalidad y de otras varias cosas en un futuro inmediato. Por eso es que
llegué a primer grado sin saber leer. Y la maestra de primero me mandaba
notitas y mi madre seguía intentando. El primero que terminé, con esfuerzos y
estropeado por las lágrimas y la nubecitas bajos las sílabas, fue una versión
de Aladdín, de Disney.
Después de eso, fueron esporádicas
las lecturas: Elija su propia aventura,
libros mapuches, una adaptación evangélica de La Biblia, Lucky Luke y Asterix. En
la secundaria sistematicé todo un poco más y decidí que mi primera lectura primera
sería algo que estuviera entre Arlt, Kordon y Cortázar.
2. ¿Cómo surge la
necesidad de escribir? ¿Cuándo comenzás a compartirlo con el lector
desconocido?
En algún momento comencé a ser un escritor de diarios. Me
fascinaban. Me los armaba yo o si tenía mucha urgencia y no podía hacerlos salía
a comprar el que tenía en mente. Lo mantuve siempre en lo privado, hasta que
una chica quiso hacerme esos cuadernos. Y llegó a leerlos. Por eso, cuando
dejamos de vernos, necesitaba un lector. Con una amiga, Emilce, pensamos en que
teníamos algunas cosas que decir y por eso armamos un blog. Aún así, todo se
mantenía dentro de nuestros cercanos. Todavía no me puedo hacer la idea de que exista
alguien desconocido que haya llegado o pueda llegar alguna vez a lo que
escribí. En cierta manera, me aterra.
3. ¿Cómo es el proceso
de tu escritura? Desde que aparece y se atrapa la idea o la imagen inicial del
poema ¿Algún momento en particular del día, estado de ánimo? ¿Música o
silencio? ¿Qué sensaciones, qué temas te impulsan a escribir?
Por lo general, todo empieza por una imagen, algo breve.
Que anoto en mi cuaderno o en algún lado, que memorizo durante el día, que se
la cuento a algún amigo. Pero no pasa mucho más que de ahí. Ya en el
cuadernito, trato de darle forma, pero nunca yendo mucho más allá ni
violentando las cosas. Y así es que tengo que dejarlo. Pasan días hasta que
vuelva a eso.
Tengo periodos, como la luna, como las mujeres, como las
mareas. Leo mucho mucho o escribo algo. Cuando estoy escribiendo algo todo lo
demás entra al texto por ósmosis y así es que, dependiendo del estado y mi
ánimo, tendré música o silencio, luz de sol o de lámpara.
4. ¿Y el proceso de
corrección?
Es todo lo que viene inmediatamente después de que la
imagen intentó hacerse lenguaje.
5. La voz del poeta.
Leí a un poeta comentar “cuando siento que es mi voz la que sale, prefiero
borrarla. Busco una voz extraña, que no sea la mía” ¿Cómo se comporta tu voz, sube
a la superficie, se sumerge?
Cuando leo, busco la voz del poeta, del narrador: quiero
encontrarla, preguntarle cosas, hacer como un mapa de sus días. Pero cuando
escribo algo propio, trato de esconderla, tal vez por pereza, por vergüenza,
por afán de no ser yo o por parecerme a lo que los demás piensan que soy. Como
sea, cuando escribo me gusta jugar con eso: dejar sin filtro mi voz pero que a
la vez aparezcan las demás -del portero, de mis amigos, de una relación
perdida, de mi abuela- para no sentirme tan ególatra ni solitario.
6. ¿Qué autores estás
leyendo en este momento? ¿Qué autor u obra que se suponía debía gustarte, no lo
hizo? ¿Cuál te sorprendió?
Acabo de terminar hoy Ian
Curtis / Reversiones, editado hace algunos años por Caja Negra. Son
versiones / traducciones de las letras de Ian Curtis para Joy Division hechas
por traductores argentinos. Está buenísimo: acerca esa sensación del Manchester
post industrial a los días del Río de la Plata. Terminé también Plata quemada el fin de semana y Misterio de Barreiro y Solano López: los
dos juntos hicieron un raro compost paranoico complotista revolucionario
inmediato que, si me agarraban mis alumnos, hubiésemos hecho la revolución al
toque. Pero como se sabe, eso no sucedió, así que seguí leyendo los Diarios secretos de Wittgenstein y un
libro de fotos y entrevistas de / sobre
Elliott Smith.
Como doy clases lejos de mi casa, tomo muchos colectivos y
tengo horas y horas de viajes por semana. Supe aprender a concentrarme en esos
trayectos y llevar siempre algo conmigo. El único tiempo perdido, para mí, es
el tiempo muerto que dejo morir por mi inanición. Ahí leo novelas, crónicas o
cuentos: poesía es imposible. Ensayos, filosofía y poesía e ilustraciones en
casa, por la noche, cuando ya no tengo más tareas obligatorias que hacer y
llega el tiempo que guardo para mí.
7. La poesía, como toda
manifestación artística, es un reflejo de su época y la realidad en la que
vivimos interfiere en la creación. ¿De qué manera influye en tu escritura? Si
no es así ¿Con qué espacio y tiempo se identifica?
Hace poco leí las cartas de Pizarnik a León Ostrov. Es, la
que aparece allí, una Pizarnik sin filtro, alejada de todas esas máscaras que
ella supo construir y los que vinieron después alimentar. Hay cordialidad y un
afán de sinceridad demoledor en esa correspondencia. Es así que le cuenta a Ostrov,
uno de sus psiquiatras, que ella conoce lo que está pasando en Argelia (vivía
en París durante la guerra con Argelia) y sabe lo que allí se disputa, pero que
tiene que trabajar, que el único trabajo que consigue es de secretaria en una
revista de derecha y que está segura que a sus compañeros marxistas les va a
molestar, pero de algún modo necesita plata para poder escribir y ellos no le
podrían dar un trabajo similar porque, como se sabe, los revolucionarios pecan
de nenes de mamá y de románticos extremistas. Entonces, esa poesía que se nos
aparecía tan alejada de lo real, descubrimos que no, que en su misma
posibilidad ya estaba el conflicto ideológico del escritor frente a los grandes
conflictos políticos e intelectuales de su tiempo.
Creo que la poesía es política, eso quise decir. Y hay en
toda construcción o planteo de la voz poética un deseo de estar en este tiempo
o de refugiarse en otro, y ambas opciones están por eso comprometidas con una
idea de cómo deben ser las cosas, con una política de escritura y de vida.
8. En nuestra ciudad, el
mar, la costa, el borde ¿Creés que hay
una identidad entre autores que comparten un espacio en común? ¿Cómo es tu historia
y relación con Mar del Plata?
No creo que deba haber una identidad común entre los
escritores de una ciudad: de alguna manera es un accidente biológico el que
estemos acá y una casualidad biográfica el que escribamos. Si a esa conjunción
del azar le debemos agregar un tercer parámetro que implique compartir un
espacio y un tiempo determinado con otras personas, se entiende que todos vamos
a hacer cosas distintas y que a todos el aire nos va a pegar diferente.
Mi relación con Mar del Plata es algo histérica: la quiero
y la odio con fervor durante los días que pasan. Vivo en el centro y es algo
sumamente gris y lleno de ruidos, que te aplaca. El sur, como siempre, es la
utopía. Pero cuando vuelvo de viaje, quiero llegar a la ciudad, a mi ciudad: las casas de mis amigos. Eso
es Mar del Plata para mí: el lugar donde viven mis amigos.
9. ¿Cómo ves la poesía actual,
a nivel local y nacional? ¿Algún autor para recomendar?
La poesía se está re poniendo, como Brandsen. A nivel
local hay monstruos y me hace feliz que sean mis amigos. Me gusta lo que hace
Matias Moscardi y Flavia Garione: no sólo escriben, si no que se preocupan por
editar y difundir, lo que hace Facundo Giménez y lo que hizo Esteban Quirós. Es
una lista arbitraria, la del recuerdo.
A nivel nacional, me fascina Claudia Masin. Y escucho
mucha música, y esa es la poesía que se impregna en mis días: Rosario Bléfari,
Gabo Ferro, Juana Molina. O el folclore latinoamericano o los tradicionales
españoles. Escuché una recopilación de cantos gitanos: lo que decían, poco pude
entender, pero el sentimiento y la fuerza que había en esas voces hablaban de la
pena y el desarraigo, de la historia vivida, de las alegrías y del camino. Ahí
ya tenés todo, en una voz que te llega sin necesidad de que haya una
decodificación de su lenguaje.
10. Hay acontecimientos
que incentivan, otros que bloquean y hacen que luego notemos una evolución o un
click en nuestra escritura ¿Cuáles fueron esos sucesos históricos personales o
externos que intervinieron en su obra hasta ahora?
Tanto tanto, ninguno. Hay un momento, creo, en que te das
cuenta que leer te gusta, y que vos también podés escribir. Ese momento es
grandioso. Después, también, te das cuenta que escribir también te gusta, y
mucho. Y que hay otras personas que le pasan cosas parecidas. Ahí ya estás
hasta la manija y le tenés que pegar para adelante y no traicionarte a vos
mismo ni empezar a jugar sin sentido con lo que sentiste la primera vez:
siempre debe provocarte algo escribir y siempre debés dejar algo tuyo en lo que
hagas. Es difícil, pero ya el intento vale.
11. Olga Orozco decía
que el tono particular de su poesía se debía a su propia medida de respiración.
El autor le imprime una musicalidad propia. Siempre al escribir está presente
la cadencia de nuestra voz y cuando alguien oye leer al poeta, esa voz puede
acompañarlo por el resto de las lecturas en el papel. La respiración del
texto puede llevar al lector a respirar con él. Hay personas que no pueden
seguir el ritmo a una lectura, se quedan sin aire, a otros les queda resto, ¿Cómo
quiere dejar al lector si sigue su respiración, con aire de sobra relajado
mirando el mar, practicando algún arte marcial ancestral, filtrándolo de a poco
para degustar mejor, sin aire por haber corrido un colectivo?
Yo no me doy cuenta, pero el otro día me lo dijeron: que
leo como hablo y que hasta escribo como hablo, así, medio entrecortado. Es como
andar en monopatín en Mar del Plata, agarrás un bache y te vas a la mierda,
aunque antes debés sortear un montón de zanjas y pocitos en el asfalto. Si
quiero algo, quiero que pase eso: que quien me escucha o lea sienta el
traqueteo y que en algún momento se tambalee un tanto y se vaya a la mierda. Yo
ya perdí una muela.
12. Si bien todos
podemos hablar de los mismos temas, cada autor crea una galaxia en la que
florece una simbología personal, que aparece y se acentúa y se repite para
generar un propio lenguaje y lugar común donde sentarse a observar y sentir con
él. Si tuviera que visualizar su obra en un collage, ¿Qué elementos de su obra
no faltarían? Puede nombrar paisajes, objetos, sensaciones, situaciones
concretas, texturas, colores…
Yo me propuse hablar de lo que puedo, y lo que puedo es lo
que tengo a mi alcance. Detesto a los spinetosos, por eso trato de hacerlo
también con el lenguaje mío, el de todos los días. Entonces, en mis textos,
trato de responder a la pregunta, van a aparecer mi familia, las lecturas que
hice y que hago, las canciones, los diarios, las relaciones, los amigos, pocos
recuerdos y muchas imágenes. Los colores, espacios y sensaciones que habitarán
mis textos serán las que se van dando en el tiempo infinito que va entre la
tarde y la noche cuando estamos con amigos o cuando discutimos o miramos y
abrazamos a quien nos gusta.
13. Alrededor de la
poesía y del escritor se construye cierta atmosfera mística, hay quienes se
salvan, quienes se alimentan, quienes mueren, quienes hacen de ello algo
cotidiano o algo extraordinario. Étiemble sostenía que el placer poético podía
tener un origen fisiológico, de índole muscular y respiratorio (volviendo a la
respiración) siendo una manera de unirnos al mundo, participando del ritmo universal.
¿Qué lugar tiene la escritura en tu vida? ¿Qué es lo que buscás/encontrás en
ella? ¿Qué es para vos, desde tu cuerpo en relación al mundo?
Escribir, escribo todo el tiempo, como parte de una
compulsión de enfermo obsesivo compulsivo. Siempre algo queda en mis días. Pero
eso no es poesía, es sencillamente la escritura del día. Escribir poesía o
algún texto, cuando estoy de pleno en él, me destroza el cuerpo. Me hace mal. Y
yo sé cuando toco algo frágil en mí porque, simplemente, me canso o mi cuerpo
no lo tolera. Es una somatización, una respuesta fisiológica.
Esa escritura es la escritura del día a día pero un poco
más concentrada por el deseo de que el núcleo duro del que salió siga emitiendo
algo de sí.
14. ¿Madera, fuego,
tierra, metal o agua?
Fuego, a pleno. Y aire, también un poco de aire.
15. Te pido un tema, disco, banda o lo que gustes para dejarnos con tus poemas al pie de la entrevista…
Estaciones, Rosario Bléfari.
.
Y sin embargo
se forma una especie de familia, de comunidad, acá
en el café.
Nos miramos a
la cara, sonreímos o bajamos la mirada.
En los
hoteles, me explicás dibujando en una servilleta,
se desayuna de espaldas,
como si
hubiéramos dormido juntos
garchado
mal y pronto.
.
Al lado de la
puerta, ella le lee el diario,
los titulares.
Agrega: “mirá vos”
cada vez que
da vuelta la hoja.
Él no escucha.
Llama a la chica y paga.
.
Los autos
pasan
y le dan una
medida al tiempo.
Mientras
espero cuento los minutos en las variaciones
de las sombras
sobre el pocillo.
La realidad de
las cosas
se mide por su
sombra.
El amor de
viejo debe ser así: una piedra
y una cuenta.
.
En un documental que pasan en la televisión, aseguran que los perros
desarrollan una especie de sentimiento premonitorio, gracias al cual pueden
intuir qué personas pueden llegar a hacerle daño a sus dueños.
No sólo carezco por completo de un tipo de intuición similar para las
relaciones, pienso, sino que me dirijo una y otra vez, como el perro de Pavlov,
hacia el dolor.
.
Ellos me dicen que a todos en la vida se nos da una determinada cantidad
de sentimientos. Como en una bolsita, me explican haciendo gestos con sus
manos. Y que yo derroché demasiado sufrimiento por cosas que no valían la pena.
No agregan nada más, pero entiendo que están hablando de pérdidas.
Joaquín Correa
Joaquín nació
en Mar del Plata, en mayo de 1987. Es estudiante de Letras. Ha
publicado artículos y reseñas en distintas revistas y libros. Fotografía estenopeica, es su primer libro. Mantiene el blog: citasincomillas.blogspot.com.
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