1. ¿Cómo o por
quién fue tu primer acercamiento con la lectura y con la poesía? ¿Quiénes
fueron los primeros autores que leíste? ¿Tus influencias?
Escribí mi primer cuento, o uno de los primeros, cuando
me enteré de que Papá Noel no existía. El texto está protagonizado por un
hombre muy gordo que destruye e incendia edificios. Creo que esa fue mi primera
creación.
También hacía poesías, tengo un libro con unas rimas
admirables, muy a lo Axel.
Leía libros para chicos, como todos. Elsa Bornemann,
María Elena Walsh, nada extraordinario. Ni siquiera me llamaban los clásicos,
eran muy tristes, y Dailan Kifki es un homenaje a la felicidad. Después no
ejercí mucho ese homenaje, debo admitirlo, pero siempre me queda el recuerdo y
me pongo bastante bien.
2. ¿Cómo surge la
necesidad de escribir? ¿Cuándo comenzás a compartirlo con el lector
desconocido?
Surge cuando una vieja me empuja en la calle, o me peleo
con un compañero de trabajo, o nace el hijo de alguien. Supongo que escribo
porque soy torpe en otros gestos, no puedo coordinar bien lo que expreso con lo
que siento, así que no creo que muchos de los que leen esta entrevista vayan a
querer conocerme.
Lo comparto porque me quiero vengar de las viejas de la
calle, de mis compañeros de trabajo, de los piroperos, de los políticos, yo qué
sé. Puro resentimiento. Es como darles una basura disfrazada de obsequio. Mi
manera humilde de ser revolucionaria, me perdonen los militantes fanáticos que
ahora se están mordiendo los uñas.
3. ¿Cómo es el
proceso de tu escritura? Desde que aparece y se atrapa la idea o la imagen
inicial del poema ¿Algún momento en particular del día, estado de ánimo?
¿Música o silencio? ¿Qué sensaciones, qué temas te impulsan a escribir?
En general son ideas que me copio de otros escritores o
de películas – además de las cuestiones nombradas en la respuesta anterior -. Y
aparece la frase y lo demás lo invento, como hacen los gatitos cuando les das
una punta de ovillo. La comparación es bastante cursi, pero ahora no encuentro
otra manera de describirlo.
Escribo mucho en el trabajo como para sentirme
productiva. Funciona casi siempre. Mejor que cargar remitos o atender a la
gente, por lo menos.
4. ¿Y el proceso
de corrección?
Ah, esa es palabra en otro idioma. Soy joven, me falta
todavía aprender que no soy una genia innata. Espero que tarde en llegar ese
golpe.
5. La voz del
poeta. Leí a un poeta comentar “cuando siento que es mi voz la que sale,
prefiero borrarla. Busco una voz extraña, que no sea la mía” ¿Cómo se comporta
tu voz, sube a la superficie, se sumerge?
Claro, porque yo escribo. Pero entiendo lo que dice el
tipo: si escribimos es porque no nos soportamos y queremos ver si podemos
sacarle algo bueno a nuestro carácter podrido. Y a veces ese algo bueno es un
papel, algo que en realidad no somos nosotros. Si el poema es bueno y nos
ponemos contentos, cometemos un error: es vender gato por liebre. Es más
trabajoso trabajar con nuestra personalidad lo suficientemente como para que
nuestra poesía y nuestra voz se lleven bien. Pero tiene mejores resultados, y
más ilimitados (aunque parezca lo contrario) estar muy de acuerdo con la propia
personalidad.
6. ¿Qué autores
estás leyendo en este momento? ¿Qué autor u obra que se suponía debía gustarte,
no lo hizo? ¿Cuál te sorprendió?
Leo a Fiztgerald en este momento, y como trabajo en una
librería, me lei casi todos los de la colección de Edelvives para chicos. A
Sergio Bizzio, a Vila Matas, a Eliseo Alberto, a César Aira, a Juan Carlos
Onetti, a Bolaño. El último mes fue básicamente eso. Nada debería gustarme, en
eso estoy tranquila. Me sorprendió un libro para chicos que se llama el
Síndrome del ángel, de Vaccarini. Si tienen hijos preadolescentes,
cómprenlo.
7. La poesía, como
toda manifestación artística, es un reflejo de su época y la realidad en la que
vivimos interfiere en la creación. ¿De qué manera influye en tu escritura? Si
no es así ¿Con qué espacio y tiempo se identifica?
A mí me fascina la idea de la neurosis y la ansiedad, así
que básicamente hablo de eso. O me parece, por ahí hablo de otra cosa y como estoy
tan ansiosa ni me doy cuenta. También me gustan trastornos como la sociopatía,
el autismo, los trastornos de memoria o atención, todo eso que nos hace esta
sociedad tan poco amable. Lo que afecta en la individualidad, que ahora está
tan corrompida. Yo quiero mostrarles a todos, como dándoles un espejo, de qué
manera sus cerebros se pudren en sus mecanismos más internos e imperceptibles.
8. En nuestra
ciudad, el mar, la costa, el borde ¿Creés
que hay una identidad entre autores que comparten un espacio en común? ¿Cómo es
tu historia y relación con Mar del Plata?
No quiero saber nada en cuanto a mi identidad con el
lugar, por la sensación de que no pertenezco a ningún lado y que daría lo mismo
que esté allá o acá. Un condicionamiento como tal podría volverme loca.
9. ¿Cómo ves la
poesía actual, a nivel local y nacional? ¿Algún autor para recomendar?
Lo veo como a todo: irregular
y relativo. Hay los que son como los demás, es decir, los que toman su
literatura como un producto condicionado por la visión externa, más allá de que
eso les de más o menos plata. Encontraron en los lectores el paraíso perfecto
donde dormir y ser acaricidos.
Y existen los inquietos, gente
que, como dice César Aira, huye hacia adelante. Un constante camino de fatiga y
piedras, de contradicciones internas que pueden devenir incluso en crisis
personales. Porque no llegan a convencerse con ese modo mercantil que tiene la
literatura en este tiempo. Por suerte me manejo en un ámbito en el que conozco
a algunos de esos. O mejor, los que están en el medio: llegaron a un nivel de
oficio tal que pueden adaptar sus deseos de creación con los deseos de recepción
que tienen los demás, y por eso admiro a Bizzio, admiro a Aira, admiro a mi
querido tío Ricardo Strafacce, y a algunos muertos como Perlongher y Levrero. Y
acá en Mar del Plata nacieron estrellas como Zariello, Chiesa y Viñao.
10. Hay
acontecimientos que incentivan, otros que bloquean y hacen que luego notemos
una evolución o un click en nuestra escritura ¿Cuáles fueron esos sucesos
históricos personales o externos que intervinieron en su obra hasta ahora?
Cualquier cosa. Me gusta apreciar los mecanismos internos
de todas las personas. La espontaneidad de los gestos, las peleas campales
entre mis grupos de amigos y familia o mis parejas conocidas, el salvajismo
oculto en todos los aspectos. Debí ser socióloga si la profesión no me
pareciera tan intrascendente. Es decir, tengo una obsesión innata por las
intenciones ocultas, los actos fallidos, las reacciones iracundas o
extremadamente melancólicas, los efectos de las drogas y el alcohol, ver al
mundo como un circo en el que todos tienen un papel que no buscaron mucho pero
al que al final se tienen que adaptar y estar orgullosos de eso.
Los viajes también. La impavidez de la naturaleza y el
goce indiscutible de los cambios.
11. Olga Orozco
decía que el tono particular de su poesía se debía a su propia medida de
respiración. El autor le imprime una musicalidad propia. Siempre al escribir está
presente la cadencia de nuestra voz y cuando alguien oye leer al poeta, esa voz
puede acompañarlo por el resto de las lecturas en el papel. La
respiración del texto puede llevar al lector a respirar con él. Hay personas
que no pueden seguir el ritmo a una lectura, se quedan sin aire, a otros les
queda resto, ¿Cómo quiere dejar al lector si sigue su respiración, con aire de sobra
relajado mirando el mar, practicando algún arte marcial ancestral, filtrándolo
de a poco para degustar mejor, sin aire por haber corrido un colectivo?
No sé si quiero controlar la respiración de nadie, pero
estoy muy de acuerdo con Olga en el sentido de que escribo como respiro, y
sospecho que por ósmosis todos respiran, durante esos minutos de lectura, igual
que yo, y la intención que tengo no es que les pase nada más que lo que me pasa
a mí, sea lo que fuere.
12. Si bien todos
podemos hablar de los mismos temas, cada autor crea una galaxia en la que
florece una simbología personal, que aparece y se acentúa y se repite para
generar un propio lenguaje y lugar común donde sentarse a observar y sentir con
él. Si tuviera que visualizar su obra en un collage, ¿Qué elementos de su obra
no faltarían? Puede nombrar paisajes, objetos, sensaciones, situaciones
concretas, texturas, colores…
Los gestos y los objetos. No sé qué más decir, hablé de
eso hasta ahora y quedó bastante claro.
13. Alrededor de
la poesía y del escritor se construye cierta atmosfera mística, hay quienes se
salvan, quienes se alimentan, quienes mueren, quienes hacen de ello algo
cotidiano o algo extraordinario. Étiemble sostenía que el placer poético podía
tener un origen fisiológico, de índole muscular y respiratorio (volviendo a la
respiración) siendo una manera de unirnos al mundo, participando del ritmo
universal. ¿Qué lugar tiene la escritura en tu vida? ¿Qué es lo que buscás/encontrás
en ella? ¿Qué es para vos, desde tu cuerpo en relación al mundo?
Para mí es como
fumarme un pucho después de un día largo, el sexo, los abrazos de los amigos o,
ay, el sonido de las hojas en otoño. Placer, puro placer desde la carne,
éxtasis fugaz como estar caminando en la playa bajo el efecto de una droga
alucinógena. Lo que viene después, cuando me doy cuenta de que sólo estuve
escribiendo, es otra cosa.
14. ¿Madera,
fuego, tierra, metal o agua?
Una fogata en el camping tomando agua en vasos de
aluminio.
15. Te pido un tema, disco, banda o lo que gustes
para dejarnos con tus poemas al pie de la entrevista
Me obsesiono con las canciones. Hoy es The other side, de The strokes. Un tema
hermoso, no el mejor, pero para qué.
The big leap
Dice que el sol lo engaña
que el sol es un misterioso espejo
se escarba los ojos con un pedazo de pan
como si quisiera probar el método
de que la comida entre a través de las membranas oculares
porque no piensa abrir la boca o
no la abre salvo para decir
que el sol es un sutil mecanismo de corrupción
porque nos vende estímulos falsos y a cambio
le rendimos un culto desproporcionado y demasiado atento
se queda exhausto
después de intentar muchas veces
meterse el pan a través del ojo
nosotros también somos corruptos
porque inventamos las luces de la calle
piensa que son preciosas
- lo piensa pero no lo dice -
y un método muy innovador a través del cual
exprimimos al sol y lo metemos en una rutina electrificada
algo como lo que yo hago
que es comer pan a través de los ojos
y aunque duela después vale el efecto
de la tersura de la miga en la garganta y todo su viaje
por los nervios
se disfruta de un modo diferente
casi orgásmico, piensa
lo piensa
pero no lo dice
y yo de repente pienso en el sol como un gran pene
que nos penetra a todos equitativamente
y lo digo
pero esa es otra historia.
Botánica de las especies
es como si desde el tiempo que es una fosa enorme y
catastrófica se desprendieran ramitas, muy finitas, y cada ramita terminara en
un hecho, ya sea extraordinario, ya sea cotidiano, y cuanto más larga es la
ramita tanto más grande es el hecho, y lo que es de siempre - que ya de tanto
estar olvidamos, es curioso - de la fosa grande y honda que es el tiempo las
ramas más largas lo acarrean, pero también, y eso es más curioso, las más
finitas, tan finitas que quizás las vimos una vez pero nos parece que fue un
sueño sonso
las gruesas cargan lo grande, no tiene nada de raro, es lo
más lógico, que las grandes ramas lleven los pesos pesados, como las muertes y
los desengaños y los premios, por cada recuerdo especial tenemos una rama
grande, pero no la vemos porque si la viéramos, ay, está toda desmembrada, le
salen gusanos, savia fosilizada, esos bichos que parecen haber surgido de la
otra capa del tiempo, que está abajo de la grande y catastrófica, es como las
placas tectónicas, muy adentro pero desde adentro hacen temblar todo. lo que
quiere decir que todo lo que pasó de verdad y no parece nunca un sueño en
realidad está cargado por los cadáveres de la vida, que es el tiempo, o peor,
los restos de los cadáveres de la vida, que es el tiempo, una fosa muy angosta
y deshabitada, como un árbol que nació muerto y como las ramas no crecen para
adentro, salen, y casi siempre nos parecen un sueño porque no se puede, aunque
lo hagamos todos, afirmamos, nadie puede crecer al revés
Ropa debajo
Y entonces mamá dijo que no, que el verano no volvía.
Que de acá en más, y cada vez peor,
sería todo una desgracia arrutinada,
maliciosamente
coherente.
Que después vendrá, pero ya no.
Y saltó a guardar la ropa,
que sin gritar se mojaba, y
nos dejó con su discurso
y nosotros sin amparo,
porque ya llovía, y era marzo, entonces,
nunca más la placidez de saber que la estación
son dos
brazos abiertos con los que volamos y vamos directamente al sol,
y si no vamos, no
importa,
flota por allá
la nube tibia del consuelo.
Pero el otoño es algo así como el abismo,
parece decir mientras pliega la ropa, mientras cobarde se
calla.
Un abismo negro y sórdido donde aunque ya pasamos
tantos todavía no sabemos nadar, o nos parece que no
o nos queremos hacer los que no
y vení, ayudanos, nos parece decir
porque solos no
y llueve.
Paula Fernández Vega
Paula nació el 24 de febrero de 1993 en la
ciudad de Junín, Buenos Aires. Participó en la publicación de las
revistas Psicofango y ganó el segundo premio Osvaldo Soriano en la
categoría de poesía. Estudió, volvió a estudiar, ahora estudia y es
librera pero siempre escribe y siempre lee.
//gestosleprosos.blogspot.com.ar
sin palabras. leerla, nada mas.
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