1. ¿Cómo o por quién
fue tu primer acercamiento con la lectura y con la poesía? ¿Quiénes fueron los
primeros autores que leíste? ¿Tus influencias?
Cuando era chico, leer me parecía aburrido; así que digamos
que empecé de grande. Hacía poco que me había mudado a Mar del Plata, no
conocía a nadie y en el departamento donde vivía había bastantes novelas. Leí
unas cuantas. Tiempo después intenté escribir y alguien me habló de un tipo que
daba talleres literarios, mientras tomaba whisky y apoyaba las patas arriba de
la mesa: era Daniel Boggio. Fue una
persona muy importante para mí. El taller era de narrativa pero a veces leíamos
un poco a Gelman, Pessoa, Gonzalo Rojas, Idea Vilariño. Pasó el tiempo y cursé
dos años de letras, donde también tuve la suerte de conocer a Ana Porrúa. Terminé
yendo a uno de sus talleres y cada semana Ana nos prestaba un libro distinto: Montale,
Pavese, Lihn, Hahn, Watanabe. Esos fueron los primeros; después me mostró toda
la poesía argentina de los 90.
2. ¿Cómo surge la
necesidad de escribir? ¿Cuándo comenzás a compartirlo con el lector
desconocido?
La imagen que tengo es esta: estoy viviendo en Mar del
Plata, en un departamento frente al mar. Es invierno y no hay calefacción. En una
noche de insomnio, me levanto de la cama y me pongo a escribir algo que se
parece a un cuento. Por supuesto no era un cuento ni nada parecido, sino más
bien un intento de ordenar el quilombo que era mi cabeza en ese entonces. Tuvieron
que pasar más de diez años para que me decidiera a armar un libro y mandarlo a un
concurso.
3. ¿Cómo es el proceso
de tu escritura? Desde que aparece y se atrapa la idea o la imagen inicial del
poema ¿Algún momento en particular del día, estado de ánimo? ¿Música o
silencio? ¿Qué sensaciones, qué temas te impulsan a escribir?
Uno observa, escucha y mira para adentro. Leyendo también
surgen cosas pero como no me gusta interrumpir la lectura, hago anotaciones en
la contratapa del libro que estoy leyendo. Y las historias que cuenta la gente
y las frases de los chicos; ver de qué manera eso que te contaron puede formar
parte de un poema o un relato. Hago anotaciones en papelitos y trato de no
perderlos. Como sigo teniendo insomnio, escribo de madrugada, cuando el
silencio es absoluto y el resto de la familia duerme.
4. ¿Y el proceso de
corrección?
Cuando empecé quería escribir un cuento, un poema, lo que
fuera; quería probar que podía escribir y, por querer escribir, escribía
cualquier cosa. El resultado era bastante malo y después tenía que tirar o corregir
mucho. El problema era que todavía no estaba dispuesto tirar nada. Me resistía.
Corregir, desechar, son parte del mismo laburo. Escribir textos totalmente
fallidos, novelas enteras que uno sabe que son impublicables. Eso es lo que te
hace crecer.
5. La voz del poeta.
Leí a un poeta comentar “cuando siento que es mi voz la que sale, prefiero
borrarla. Busco una voz extraña, que no sea la mía” ¿Cómo se comporta tu voz, sube
a la superficie, se sumerge?
Está bueno eso que decís. Porque no creo haber logrado eso
nunca. Para borrar mi voz, primero la tendría que reconocer y, francamente, no
se cómo es mi voz. Tampoco me considero poeta sino alguien que intenta escribir.
Los poetas son los otros, los autores de los libros que están en mi biblioteca
Yo escribo lo que puedo y no me importa si mañana dejo de escribir. Como soy un
amateur, no siento ninguna presión en ese sentido y soy libre de abandonar la
escritura en cualquier momento.
6. ¿Qué autores estás
leyendo en este momento? ¿Qué autor u obra que se suponía debía gustarte, no lo
hizo? ¿Cuál te sorprendió?
Releo todo el tiempo y trato de mechar los autores que
siempre me gustaron con los que no conozco. Ahora estoy leyendo puras novelas. Hace
poco terminé El viento que arrasa, de Selva Almada y Cuaderno de Pripyat, de
Carlos Ríos. Dos libros muy distintos, y sin embargo, los dos super bien
logrados en cuanto a su intencionalidad. De Carlos había leído Manigua y una
parte de su obra poética: es un escritor que arriesga todo el tiempo, un gran
explorador de la forma. Otros libros que me gustaron fueron Phoenix, de Eduardo
Muslip; Vagabundas, de Fernanda García Lao y La Virgen Cabeza, de Gabriela
Cabezón Cámara. Todo Hebe Uhart. Y mi última relectura fue La vaca aficionada a
la fellatio, de Daniel Boggio. Un librazo.
7. La poesía, como
toda manifestación artística, es un reflejo de su época y la realidad en la que
vivimos interfiere en la creación. ¿De qué manera influye en tu escritura? Si
no es así ¿Con qué espacio y tiempo se identifica?
Puesto en otros términos, y haciendo una simplificación de
dos grandes tendencias, yo diría: escribir el aire que se respira o la obsesión.
Lo mío es concentrarme en unas pocas obsesiones porque tengo una imposibilidad
congénita para ser contemporáneo de mis propios actos y de la época en la que
vivo. Entonces lo único que puedo hacer es darle voz a los recuerdos. Me
interesa menos escribir el presente que el pasado. Y de la realidad tomo lo que
me sirve, su costado delirante, y aquello que puede llegar a funcionar
literariamente.
8. En nuestra ciudad,
el mar, la costa, el borde ¿Creés que
hay una identidad entre autores que comparten un espacio en común? ¿Cómo es tu historia
y relación con Mar del Plata?
No creo que haya un factor aglutinante. Veo un montón de individualidades,
de escritores talentosos, pero los veo más bien como una suerte de energías
dispersas. Algunos se agrupan y generan espacios de lectura y de intercambio, y
eso me parece que está bárbaro, más allá de la participación que uno tenga en
esos proyectos. A lo mejor como yo soy medio solitario, veo que los escritores
están dispersos y tal vez no sea así. En cuanto a mi relación con Mar del Plata,
arranca desde que era muy chico: mis viejos tenían una casa en Punta Mogotes y
veníamos con mi familia en invierno y en verano. Después mi viejo me compró una
tabla de surf y eso cambió mi vida para siempre.
9. ¿Cómo ves la poesía
actual, a nivel local y nacional? ¿Algún autor para recomendar?
Antes estaba más al día, preocupado por saber qué era lo que
se estaba escribiendo. Pero no se puede leer todo lo que se publica ni estar actualizado
todo el tiempo. La verdad es que me quedé en la poesía de los noventa y
desconozco las nuevas voces. La vista,
de Claudia Masin, me parece un libro maravilloso. Y me gusta mucho la poesía de
Paula Fernández y los cuentos de Mauro de Angelis, dos tremendos escritores
locales que, por lo que tengo entendido, todavía siguen inéditos.
10. Hay
acontecimientos que incentivan, otros que bloquean y hacen que luego notemos
una evolución o un click en nuestra escritura ¿Cuáles fueron esos sucesos históricos
personales o externos que intervinieron en su obra hasta ahora?
Una Ola, de John Ashbery, empieza así: “Pasar por el dolor y
no reconocerlo”. La escritura me ha ayudado a reconocer el dolor de un modo
distinto, a transformarlo en algo productivo y compensar de esa manera cierto
desajuste que tengo con la realidad. Obviamente esto es algo muy personal y no
espero que sea compartido. Puedo pasar meses sin escribir pero no puedo
prescindir de la lectura. En cuanto a la evolución de mi escritura, tengo mis
días: a veces pienso que todo lo que escriba de acá en más va a ser peor que lo
anterior y a veces pienso todo lo contrario. Después, con respecto a los
sucesos que intervinieron en mi obra, puedo nombrarte algunos: mi hija, la vida
en pareja, mi viejo a punto de morirse, el mundo de los abogados y haber vivido
en una casa de piedra que cuando llovía se inundaba.
11. Olga Orozco decía
que el tono particular de su poesía se debía a su propia medida de respiración.
El autor le imprime una musicalidad propia. Siempre al escribir está presente
la cadencia de nuestra voz y cuando alguien oye leer al poeta, esa voz puede
acompañarlo por el resto de las lecturas en el papel. La respiración del
texto puede llevar al lector a respirar con él. Hay personas que no pueden
seguir el ritmo a una lectura, se quedan sin aire, a otros les queda resto, ¿Cómo
quiere dejar al lector si sigue su respiración, con aire de sobra relajado
mirando el mar, practicando algún arte marcial ancestral, filtrándolo de a poco
para degustar mejor, sin aire por haber corrido un colectivo?
Reconozco que, por una incapacidad mía, me cuesta reconocer
la musicalidad de los textos poéticos. Tengo muy mal oído. Pocas veces logro
captar esa música pero, cuando ocurre, no sé a qué se debe. Es decir que me
sale de casualidad. Tal vez por eso me siento más cómodo practicando con formas
narrativas, que no tienen la exigencia rítmica de la poesía. A pesar de eso,
leo mucha poesía. Porque si la narrativa es comunicación, la poesía siempre me
recuerda que el lenguaje es, fundamentalmente, expresión. En cuanto a la figura
del lector, no la tengo muy presente a la hora de escribir. Pienso muy poco en
el lector.
12. Si bien todos
podemos hablar de los mismos temas, cada autor crea una galaxia en la que
florece una simbología personal, que aparece y se acentúa y se repite para
generar un propio lenguaje y lugar común donde sentarse a observar y sentir con
él. Si tuviera que visualizar su obra en un collage, ¿Qué elementos de su obra
no faltarían? Puede nombrar paisajes, objetos, sensaciones, situaciones
concretas, texturas, colores…
La infancia es una experiencia intensa. De ese baúl saco
cosas todo el tiempo. Pero hablar de simbología personal, no. No creo tener una.
Es más la sensación de meterme con un tema y ver qué tan lejos puedo llegar.
Entonces sí puede pasar que haya elementos o sucesos que se repitan. Sí me
sorprendió darme cuenta, después de haber publicado un libro de relatos, que
estaban todos escritos en primera persona y en todos había escenas de sexo y algunas
perversiones. Eso me dejó pensando.
13. Alrededor de la
poesía y del escritor se construye cierta atmosfera mística, hay quienes se
salvan, quienes se alimentan, quienes mueren, quienes hacen de ello algo
cotidiano o algo extraordinario. Étiemble sostenía que el placer poético podía
tener un origen fisiológico, de índole muscular y respiratorio (volviendo a la
respiración) siendo una manera de unirnos al mundo, participando del ritmo
universal. ¿Qué lugar tiene la escritura en tu vida? ¿Qué es lo que buscás/encontrás
en ella? ¿Qué es para vos, desde tu cuerpo en relación al mundo?
Muchas veces pensé en la escritura como una forma de autobiografía,
de autoconocimiento; aunque no quiero que esto último suene como recurso de
autoayuda. Sí puedo decir que la literatura es una gran transmisora de
experiencia. Enriquece, suma, transforma tu vida en algo mucho más interesante.
14. ¿Madera, fuego,
tierra, metal o agua?
Agua.
15. Te pido un tema,
disco, banda o lo que gustes para dejarnos con tus poemas al pie de la entrevista…
Esta maravilla de Leónidas Lamborghini: http://www.youtube.com/watch?v=ynbvsVgUeic
De eso se
trata la escritura:
de volver
adonde no se puede volver.
La imagen
de un balde rojo
con dos
peces negros
nadando en
círculos.
Esas son
las tierras de la memoria.
Impresiones
de toda una vida; nada más.
A pesar de
todos los cuadros,
lo único
que Rembrandt quiso pintar
fue un poco
de polvo
flotando en
el interior de un rayo de luz.
Luz que
solía iluminar
las
entrañas del molino de su padre.
La forma
que tenía ese polvo deslumbrante
de
transformarse en materia; nada más.
*
Ser un
corazón simple quiere decir
que un
sweater vale por lo que tiene de abrigo
sin
importar los dictados de la moda.
Distintas
maneras de pensar
acerca del
pasado y el progreso,
como si la
humildad fuera una lana vieja
que nos
separa del resto
(esto
sirve, esto no)
y nos
preserve del frío
en este
invierno ruso.
*
Me quedo
mirando un punto de luz humana
y la luz me
habla con intensidad.
Una casa
rodeada de árboles,
perdida en
el campo,
lejos de
todo lujo.
Imagino el
ruido del motor
que la
mantiene encendida.
Poco importa
el olor a gas oil
y tampoco
sé hablar ruso
pero podría
ser feliz en esa casa
traduciendo
a Dostoievsky.
*
Médanos
invisibles,
de silencio
gris.
El recuerdo
no es torbellino sino marea
que sube
lenta, congela y cubre
las plantas
de los pies,
luego las
piernas,
con su
ceniza.
de Un
invierno ruso, Olmo ediciones, 2012.
Dos Perros
Mi padre
compró un perro nuevo
en
reemplazo del perro muerto.
Eso fue
hace diez años y desde entonces
pasaron
muchas cosas en el medio:
Mi padre
tuvo un accidente y casi se muere.
Ahora el
que está por morirse es el perro nuevo
en el patio
interno:
un lugar
donde los brotes del pánico
han
empezado cubrir las paredes.
Para
combatirlo repetimos la historia
de tener
hijos
de comprar
perros
cuando no
deberíamos hacerlo
cuando
debería ser suficiente
con dos
perros muertos.
Crimen y
castigo
Te voy a
contar cómo componer un poemao montar con pocos elementos
una escena
de lo más sórdida.
Es de noche
y para empezar estás casi desnudo
aunque
afuera siga y siga el invierno.
En medio de
un sueño saltaste de la cama
como si
debajo de tu cuerpo hubiera habido un resorte.
Vas derecho
a la habitación o al lugar de la casa
donde
escondés el dinero.
Las páginas
de los libros
suelen ser
un buen escondite.
Pero para
mayor seguridad
conviene ir
rotando los libros.
Lo ponés a
salvo de los instintos ladrones de la mucama
que te vio
nacer.
Sólo que no
llegás a esconderlo
porque en
un descuido
todo tu
dinero se cae al piso,
incluso una
parte ha ido a parar
debajo del
sillón.
Vas a tener
que arrodillarte para juntarlo.
Vas a tener
que controlar un ligero temblor
cuando
pegues la cara al suelo y tus ojos estén más cerca
de la
mugre.
Están
todos, decís,
después de
contar los billetes uno arriba del otro
y
sacudirles el polvo a la luz de la lámpara
como si
fueras una vieja usurera.
Entonces
creés escuchar que alguien toca el timbre.
Pero lo que
suena es la alarma de tu mente
advirtiendo
que el poema está por terminar
y la mejor
parte quedó atrás.
¡Ah! esos
dos versos.
Dije
mucama,
pero cada
uno puede pensar lo que quiera.
De Los Libritos, Goles Rosas, 2011.
Jorge Chiesa
Nació en La Plata en 1969. Es
abogado y vive en Mar
del Plata. Publicó las plaquetas de poesía: La Pesquita (Dársena 3) y Los Libritos (Goles Rosas). Obtuvo
el primer premio en el concurso municipal de literatura Osvaldo Soriano,
edición 2009, en cuento y poesía con los libros Dinamarca y Nilsen
(Ediciones Suárez). En el 2011 obtuvo la primera mención de honor en el 10º
Concurso de novela corta Aurora Venturini por su novela Hermanos y en el 2012 ganó el Premio Fundación Banco Ciudad de
Buenos Aires con su libro de poemas Un
invierno ruso. Ese mismo año editó en Clase Turista una novelita llamada Tony.
Me fascino "Dos perros" . felicitaciones
ResponderEliminarQué buena nota! y qué bueno leerte, que es casi como escucharte! lo mejor: tu escritura. Para leer y releer...
ResponderEliminarNo me pusiste credito de la foto, malo! ni tampoco que antes del de mddp hubo otro depto en bs as con otras novelas, te acordás??? te quiero igual! grande brader y x muchas más lecturas!!!!!
Muy bueno todo lo que dice, pero me llama la atención que nunca se refiere a sus orígenes, no tiene madre, padre ni hermanos. ¿Tendra?
ResponderEliminarMuy bueno todo lo que dice, pero me llama la atención que nunca se refiere a sus orígenes, no tiene madre, padre ni hermanos. ¿Tendra?
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