1. ¿Cómo
o por quién fue tu primer acercamiento con la literatura? ¿Quiénes
fueron los primeros autores que leíste? ¿Tus influencias?
Mi
vieja me leía cuentos. Y no tuvo mejor idea que leerme “El corsario
negro” y las novelas de “Sandokán” el tigre de la Malasia, a todo eso
hay que agregar que en algún momento me dio plata para que me fuera por
primera vez solo al cine Normandie, una enorme sala en el puerto de la
ciudad sobre la calle 12 de octubre, y vi en una reposición “La guerra
de las galaxias IV. Una nueva esperanza” en algún momento entre estas
influencias dispares entendí que el nexo, contar historias, era algo
único y que tenía que hacer. No aprendí nunca a contar historias por
imágenes ni en canciones, me quedó la escritura.
2. ¿Cómo surge la necesidad de escribir? ¿Cuándo comenzás a compartirlo con el lector desconocido?
De
la necesidad de contar una historia. De sentir lo que sienten aquellos
que logran atraparme en un relato. De atrapar a alguien, de no
defraudarlo como tantas veces me defraudan historias ajenas. O de
defraudarlo, y justificarme diciendo que lo que importa no es el final
de la historia, sino el camino.
Compartir
la historia, es tan necesario como escribirla, incluso a veces hago que
mi pequeño círculo íntimo lean las novelas antes de las correcciones, y
no sólo para saber qué hay que modificar, también es para ver cómo
reaccionan, si el mecanismo de enajenación que me produce la escritura
se los puedo trasmitir a su rol de lectores.
3. ¿Cómo es el proceso de tu escritura? Desde que aparece y se atrapa la idea o la imagen inicial
El
proceso de escritura es caótico. Y diferente para cada novela. Lo que
se manifiesta en común es la necesidad de escribirlo. Cuando viene la
idea, dejo que se asiente. No la anoto, no la comento. Da vueltas en el
pensamiento y los días (o semanas, o meses) determinan si vale la pena.
Cuando persiste el tiempo suficiente empiezo a escribir. En “Riña de
gallos” la escritura fue una ruptura con la realidad, escribí sin
método, sin reglas hasta la mitad de la novela que tuve que frenar y
hacer todo de vuelta, pero para adelante, lo escrito se modificó y
alteró de tal modo la línea de tiempo que no tuve más remedio que
sentarme y hacer cuadros y seguir a cada personaje a ver dónde estaban
parados en ese momento. Con “Las reglas de Burroughs” el método fue
otro, hice un resumen de cada capítulo y establecí el carácter de los
personajes antes de escribir. El resultado del experimento fue más
controlado, si se quiere.
En
las novelas que escribí a cuatro manos con Fernando Del río, “Furca. La
cola del lagarto” y “El geriátrico” usamos un método distinto.
Demarcamos los personajes y cada uno escribió un capítulo, se lo entregó
al otro y el otro lo corrigió y avanzó con el capítulo siguiente. Por
supuesto que esta fue la premisa general, no siempre se cumplió. Pero
puedo decir que no hay relación entre la escritura a cuatro manos a la
que uno hace en soledad, el proceso de corrección es más rápido (uno
enseguida detecta los errores o vicios que el otro no ve) y tediosa (es
muy difícil reconocer que uno se equivoca, o que un punto de vista no es
el adecuado)
4. ¿Algún momento en particular del día, estado de ánimo? ¿Música o silencio? ¿Qué sensaciones, qué temas te impulsan a escribir?
Escribo
cuando puedo. Mi primer y más extensa novela, “Fúrica” aún inédita,
arruinada de tantas correcciones, mi única incursión a la novela
fantástica, la escribí a lo largo de dos años en locutorios. Parece que
hablara de una época lejana, más lejana que la de las guerras de las
galaxias y el cine Normandie, pero hace poco, a la vuelta de la esquina,
no era tan sencillo tener una computadora en la casa, y la máquina de
escribir era una máquina de tortura de la Inquisición que había que
dejar de lado, entonces escribía en locutorios, con ruido, sin ruido,
con pendejos que jugaban al “counter strike” y a cada rato escuchaba
“fire in the hole”. Por ellos me acostumbré a escribir con música,
música a la que casi no le presto atención, pero que tiene que estar de
fondo, para disfrutarla cada vez que no tengo nada que
escribir.
5. ¿Y el proceso de corrección?
Sin
corrección no hay escritura. Sin corrección hay errores, lugares
comunes, repeticiones, diálogos inverosímiles, escenas soporíferas. Pero
también, la corrección puede arruinar una buena historia. La historia
le puede sacar la espontaneidad, y una historia necesita sí o sí de
ella. Tanto o más que la incertidumbre.
6. ¿De qué manera construís tus personajes, tus historias?
Los
personajes son mis hijos. Soy su Dios. Ellos no pueden renegar de mí.
Si me hacen enojar, salen de escena. Si se portan bien, los mantengo.
Pero que no se vuelvan aburridos porque sufrirán más que los que se
descarrían. Como Dios, no creo ser bueno. Soy caprichoso y de un humor
cambiante.
7. ¿Qué autores estás leyendo en este momento? ¿Qué autor u obra que se suponía debía gustarte, no lo hizo? ¿Cuál te sorprendió?
Ahora
leo a Murakami. Releo, con mucho miedo, a Cortázar. Estoy conociendo a
Ospina. El último libro que me partió la cabeza fue de Juan Gabriel
Vásquez, “El ruido de las cosas al caer” ya con el título tiene ganada
la mitad de la pelea.
Me
cuesta cada vez más leer a los clásicos. Me cuesta cada vez más
adaptarme a un lenguaje que no pertenece más que a las hojas de los
libros. Hay muchos autores con los cuales me cuesta amigarme. Pero
cuando uno insiste, siempre hay una oportunidad. Me ha pasado de no
soportar a Tabucchi hasta leer “Sostiene Pereyra”. Y me ha pasado a la
inversa, leer a tipos increíbles que no pueden mantener el nivel. Mark
Haddon tiene esa joya que es “El curioso caso del perro a medianoche” y
después nada más. O el propio Celine, que tiene ese imprescindible
“Viaje al fin de la noche” y después todo me resulta regular. Claro que
Haddon sigue escribiendo y de Celine me faltan leer varias cosas.
8. La
literatura, como toda manifestación artística, es un reflejo de su
época y la realidad en la que vivimos interfiere en la creación. ¿De qué
manera influye en tu escritura? Si no es así ¿Con qué espacio y tiempo
se identifica?
No
puedo escapar al tiempo que vivimos, pero lo intento. O al menos
intento no sentirme tan incómodo. Incorporar tecnología me resulta
aterrador. Todo es tan fugaz en este tiempo. La novela puede quedar
obsoleta con una sola palabra. Por ejemplo, si leo un policial y aparece
la palabra “fax” me deprimo. Mi mente retrocede a un tiempo negro y
sombrío, como si hubiese caído en un pozo ciego del que no puedo
escapar, lo mismo que si leo “teléfono inalámbrico”.
9. En nuestra ciudad, el mar, la costa, el borde ¿Crees que hay una identidad entre autores que comparten un espacio en común? ¿Cómo es tu historia y relación con Mar del Plata?
No
lo sé. No sé si se puede medir a los contemporáneos. Ni siquiera
sabemos quiénes son todos. Quizás no lo sabemos y hay un marplatense
escribiendo en Nueva York una historia de la ciudad que nunca
conocernos. No sé si podemos juzgarlo ahora. Lo que veo es gente con
muchas ganas. Gente que demuestra su necesidad de escribir a quién
quiera leerlo. Los festivales de poesía, las fiestas psicofango, el
festival azabache, las cenas de palabras y juegos, las editoriales
nuevas como Letra Sudaca y otros grupos, juntan mucha gente que no se
conocen entre sí.
10. ¿Cómo ves la literatura actual, a nivel local y nacional? ¿Algún autor para recomendar?
Hoy
por hoy creo que lo que más leo es literatura argentina. Antes mencioné
extranjeros porque ya había husmeado que venía esta pregunta. ¿A
quiénes mencionar? A todos, todos y cada uno tienen una historia para
leer. Las enumeraciones siempre serán injustas. Por eso recomiendo a
cualquier autor argentino, cualquiera de acá nos puede sorprender, y lo
descubrimos nosotros, nadie nos contó como es. Para los buenos de afuera
se nos viene el mercado encima, te tiran con Murakami, con Updike, con
Lispector, a todos ellos tarde, o más tarde (nunca más temprano) se
llega. En cambio a los nuestros es mucho más difícil llegar y eso lo
hace más interesante: la sensación de leer algo bueno y el miedo de
entender todo lo que nos estamos perdiendo.
11. Hay
acontecimientos que incentivan, otros que bloquean y hacen que luego
notemos una evolución o un click en nuestra escritura ¿Cuáles fueron
esos sucesos históricos personales o externos que intervinieron en su
obra hasta ahora?
Supongo
que la lectura de otros. Te incentivan las historias ajenas, te
motivan, te fuerzan a querer superarlas, a querer ser mejor. Y a la vez
te bloquean: algunas cosas que leo me hacen pensar que no tengo derecho a
escribir, que debo dejar eso para los que saben, algunas cosas que
escribo encuentro parecidas a ideas de otros y eso me asusta, me hace
pensar que un dios caprichoso tira por año 5 o 6 ideas al mundo y todos
escribimos sobre lo mismo, el que publica primero es el que gana, sólo
por eso: por publicar.
12. Olga
Orozco decía que el tono particular de su poesía se debía a su propia
medida de respiración. El autor le imprime una musicalidad propia.
Siempre al escribir está presente la cadencia de nuestra voz y cuando
alguien oye leer al escritor, esa voz puede acompañarlo por el resto de
las lecturas en el papel. La respiración del texto puede llevar al
lector a respirar con él. Hay personas que no pueden seguir el ritmo a
una lectura, se quedan sin aire, a otros les queda resto, ¿Cómo quiere
dejar al lector si sigue su respiración, con aire de sobra relajado
mirando el mar, haciendo algún arte marcial ancestral, filtrándolo de a
poco para degustar mejor, sin aire por haber corrido un colectivo?
¿Se
pueden elegir las dos cosas? Primero que sienta que no tiene aire, que
no puede pensar ni vivir, como si hubiese subido corriendo hasta el
último piso del edificio Havanna, porque la novela lo puso en esa
obligación, y después, cuando empieza a recobrar el aire, cuando empieza
a entender dónde está y qué pasó, que sienta que lo mejor que pudo
hacer fue subir esos diez pisos para descansar con la ciudad bajo sus
pies, como si fuera su dueño.
13. Si
bien todos podemos hablar de los mismos temas, cada autor crea una
galaxia en la que florece una simbología personal, que aparece y se
acentúa y se repite para generar un propio lenguaje y lugar común donde
sentarse a observar y sentir con él. Si tuviera que visualizar su obra
en un collage, ¿Qué elementos de su obra no faltarían? Puede nombrar
paisajes, objetos, sensaciones, situaciones concretas, texturas,
colores…
Música,
amigos, mujeres fatales, perros, gatos, sombras, pozos, ciudades,
capítulos cortos, diálogos hacia adelante, idas y venidas en el tiempo,
lluvia, el mar, la medicina, los sueños, el silencio, la soledad.
14. Alrededor
de la poesía y del escritor se construye cierta atmosfera mística, hay
quienes se salvan, quienes se alimentan, quienes mueren, quienes hacen
de ello algo cotidiano o algo extraordinario. Étiemble sostenía que el
placer poético podía tener un origen fisiológico, de índole muscular y
respiratorio (volviendo a la respiración) siendo una manera de unirnos
al mundo, participando del ritmo universal. ¿Qué lugar tiene la
escritura en tu vida? ¿Qué es lo que buscás/encontrás en ella? ¿Qué es
para vos, desde tu cuerpo en relación al mundo?
Un todo y la
nada. Un lugar vacío que se llena de cosas etéreas. Una página en
blanco que aunque se llene de letras sigue estando en blanco si nadie te
lee.
Leer es mirar en la computadora de la matrix. Ver letras cayendo a toda velocidad y en vez de caracteres ver una pelirroja.
15. ¿Madera, fuego, tierra, metal o agua?
Agua, con toda la furia.
16. Te pido un tema, disco, banda o lo que gustes para dejarnos con algo de tu obra al pie de la entrevista…
Héroes del silencio: Avalancha, Deshacer el mundo o La chispa adecuada
Confusión:
Me aseguraron que la libertad era descargar de Internet. Series. Películas. Música. Libros. Después lo prohibieron. Le pegaron un logo con un águila y unas palabras que no las puedo leer. Hoy no consigo subtítulos ni el último CD de nadie.
Crecí leyendo tipos que hoy no se deben leer. Que todo lo que escribían (dicen hoy) lo hacían impregnados por su odio político. Hoy destrozan sus cuentos, sus novelas, los hunden o reafirman y nos sugieren si leerlos o no según su postura política, o la carencia de ella.
Mi viejo ponía tangos todo el día. Y folclore día por medio. Las letras hablaban de mujeres de mala vida, de mujeres en prostíbulos que arrastraban el amor y el honor de los hombres.
Todavía puedo escuchar a Julio Sosa "Es mentira no fue un guapo haragán y prepotente, ni un cafishio veterano el que al vicio te largó, vos rodaste por tu culpa y no fue inocentemente, berretines de bacana que tenías en la mente, desde el día que un magnate cajetilla te afiló". Hoy, consecuente con los tiempos que vivimos, habrá que votar a favor cuando alguien proponga prohibir esta letra.
Hoy hay gente que cree que cuando me pregunta de historia o deportes corro a google para saber qué contestar; hoy hay gente que cree que aprendo a opinar cuando un periodista me dice qué opina.
Hoy hay gente que todavía cree que el hombre llegó a la luna en 1969 y lo pasaron en vivo y en directo por la televisión.
Hoy, todavía hay gente que cree. Y que subestima a los que no.
En definitiva, estoy un poco confundido. Como un viejo, que lucha todos los días por recordar lo que aprendió ayer: cómo dominar el control remoto de la televisión que lo adormece y apacigua.
Cuando se malhumora reza pidiendo vacaciones en hoteles con jacuzzi y termina insultando a los croupiers porque no puede ganarse en la ruleta esas merecidas vacaciones. Pero todo dura poco (como la plata que pierde) y cuando se le pasa el malhumor invita a sus amigos y amigas a cenar soñando que va a poder bailar con antiguos amores despreciados. Antes de la fiesta se afeita sin usar crema y se vuelve a enojar, entonces sale a manejar porque es la única cosa que puede darle calma. Eso sí, si estaciona el auto no le deja propina a los trapitos que la insultan, y si agarra un bache se queja a los gritos de los impuestos municipales. Entonces maneja por la costa sólo para darse el placer de denigrar a los turistas que cruzan sus sombrillas en los semáforos. Si alguno le hace frente, se asusta y se apura en regresar a su casa. Entra el coche y esquiva a su madre que lo espera a la salida del garage porque “las tías que vienen a visitarla”, entonces se esconde y recién sale de su pieza cuando sabe que se fueron y puede buscar las masas que las tías olvidan en la mesa ratona y entonces le vuelve la alegría y programa cosas disparatadas: ir a un geriátrico, recortar medias de lana, armar títeres, salvar lobos marinos y ballenas, y así, feliz, llama por teléfono al diario para conseguir trabajo en un kiosco y armar los suplementos de los diarios a las seis de la mañana, pero siempre le dicen que no, que no el trabajo no está vacante y entonces se debe contentar con cruzar ciegos en las bocacalles, juntar los restos de los perros, y esperar que lleguen los amigos que uno a uno y una a una se irán emborrachando, hasta, que, arruinados, los tenga que llevar a sus casas y dejar uno a uno para volver cuando amanece con una resaca que le da dolor de cabeza y ganas de vomitar, y entonces, tras un largo día, ella se duerme en el sillón mientras el otro ocupa la cama.
Secta: Dios fundó la secta de todos los tiempos. A los pocos años sus seguidores lo asesinaron. Los conspiradores tenían un buen motivo. Matar a Dios lo haría eterno. Hasta el día de hoy les asiste la razón.
Sebastián Chilano
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